El amparo de la quincha
que
de vieja está cebruna,
con
los gauchos que madrugan
hace
punta la reunión;
una
llanta de carreta
como
el arco de la luna,
pone
cerco en el rodeo
de
las brasas del fogón.
Son
clarines los gorjeos
de
las aves tempraneras
en
la opaca media tinta
del
confuso amanecer;
los
celestes camalotes
se
diría una bandera
tremolando
en la caricias
de
las aguas al correr.
Ponen
rúbricas al cielo
las
primeras golondrinas.
Lucen
flores como brasas
el
guayabo y el ceibal;
el
invierno que se aleja
puso
nota peregrina
en
la escarcha cenicienta
del
florido cicutal.
En
el campo que se ondula
reverdece
la gramilla.
Las
auroras son más tibias,
tienen
más intensidad,
y
la tierra bajo el casco
que
repica la tropilla,
suena
a la lonja de tambores
que
pregonan libertad.
Versos
de José
Ma. Claret
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