Yo llevo el canto sureño
como
bandera sonora
que
me endulza en cada aurora
el
despertar de mi sueño.
Un
canto libre, sin dueño,
entre la pampa y el cielo
como
un ave que en su vuelo
eterniza
la distancia,
como
un sol cuya fragancia
nace
y vive en este suelo.
Cencerro,
viejo aparcero
de
los campos argentinos;
pájaro
sembrando trinos
con
voz de bronce y acero.
Peón
sin sueldo, tropillero,
obediente
a tu llamada
se
junta la caballada
que
tras la yegua madrina
enfila
con disciplina
siguiendo
tu clarín nada.
Antaño
de mañanita
cuando
los potros pastaban,
y
los gauchos escuchaban
el
son de tu musiquita,
nacía
la vidalita
pa’
volar en un silbido
todo
el sur ha recorrido
tu
voz criolla y cristalina,
voz
de la pampa argentina,
vos
del recuerdo querido.
Cencerro
clarín sureño,
viejo
poeta de bronce
hablame
de aquel entonces
en
que era niño mí sueño.
Y cantando
con empeño
prendido
de la madrina
traeme
en tu voz que afina
mensajes
de tradición,
con
gusto a pasto y fogón
de
una milonga Argentina.
Hoy
que ocupás jubilao
en
mi rancho un rinconcito
de
vez en cuando algún grito
se
te oye si te han tocao.
Alerta
el viejo soldao
vuelve
a su pampa el lenguaje
por
eso que nadie ataje
su
sonora voz de fierro
y
que ande vibre un cencerro
esté
vibrando el gauchaje.
Versos de Artemio “Camambú” Rodríguez
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