Dame otro, china, otro amargo
como pa’ no dirme cojo,
y no morirme de antojo
porque el viajecito es largo;
y al mesmo tiempo te encargo
que me lo tengás prontito,
que á la güelta necesito
que los volvás a cebar,
pues nada me hace gozar
como este tu matecito.
Es cosa que aquerencea
de un modo particular
cuando lo sabe cebar
la china á quien se aprecea.
- Ya me estás dando correa
y se me hace que mentís.
- No seas, chirusa, infeliz,
¿y á cual otra viá querer
si como vos no hay mujer?
- ¿De endeveras los decís?
- Creemeló, que es realidá,
solo por vos desensillo.
- Güeno, cuidalo al tordillo
y volvé pronto. - Ya está.
Mirá, mi china, mirá,
mañana de tardecita
cáigo al rancho, y me palpita
que te he de tráir un barato,
pa’ que veás no soy ingrato.
- Tráime cariños, vidita!
(08/1900)
Versos de Alcides De María
(uruguayo)
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