¡Si habrá
voltiao domadores
El Overo
de Aguilar!
¡Qué
animal pa’ corcoviar!
¡Una
máquina, señores!
Y pa’
hacer las cosas piores
sin
sujetarse un instante
se
boliaba por delante
sobre las
mesmas costillas…
Ansí
quebró ‘e las islillas
al
correntino Escalante.
2
¡Y
cuántos más no estropió!
Diganló
los Alderetes
dos
hermanos muy ginetes
que eran
del Rincón de Ajó!
A uno
cuasi lo mató
largándolo
como globo
igual que
a ese pión de Cobo
que salvó
la vida a gatas
pues lo
barajó en las patas
al
sacarlo en un corcovo.
3
Bellaquiando
por derecho
y
gritando a lo lechón
a cada
brinco un cimbrón
de esos
que dejan desecho
se
sentaba al poco trecho
y la crin
toda revuelta
la cabeza
baja y suelta
lo mesmo
que un remolino
se
aprestaba aquel indino
para
corcoviar de vuelta.
4
Lo conocí
reservao
en “El Tala”
‘e los Ocampo
como diez
leguas de campo
en las
puntas de’l Pescao
áhi
funcionaba el Juzgao
y había
posta y pulpería
dos veces
al mes, sabía
pasar yo
con la galera
cuando
estaba en la carrera
de Juárez
a Lobería.
5
Allí lo
dejó Aguilar
al pasar
con un arreo
que
llevaba, según creo
para la
costa del mar.
Y no lo
volvió a buscar
el pobre…
¡ánima bendita!
porque a
causa de una cita
un tal Liborio
Collazo
lo mató
de un trabucazo
allá por la Mar Chiquita.
6
Y cuadró
en una ocasión
que al
pasar yo por “El Tala”
viene
pues y me regala
ese
caballo el patrón…
¡Nunca
sobra un mancarrón
a un
mayoral de galera!
Pues sea
aquel como quiera
igual le
saca provecho
ya en la
lanza, atao al pecho,
o en una
cuarta cualquiera.
7
Y ya me
lo até también
sin que
me diera trabajo
pues era
manso de abajo
y
cabrestiaba muy bien.
Cuando
arrancamos recién
macaquió
un poco el overo
pero como
iba ‘e ladero
en una
cuarta de atrás
tuvo que
seguir nomás
mansito
como un cordero.
8
Pues con
buenos postillones
y en un
camino apropiao
al
sotreta más porfiao
se le
hace entrar en razones…
Cuestión
de algunos tirones
y en el
momento propicio
pa’
evitar un estropicio
guasca
nomás puande quiera.
¡Eso lo
sabe cualquiera
que haya
sido del oficio!
9
Con el
overo enterito
llegamos
a la otra posta
que
estaba justo en la costa
de la
laguna “El Chorlito”…
En la Esquina ‘e Gorosito
seguía como
si tal
y al
mudarlo en “San Pascual”
Estancia
del Vasco Ezquerro
amagó a
cociar un perro
que lo
torió en el corral.
10
¡Resultó
guapo endeveras!
Cansarse
ese pingo ¿cuándo?
Si se
hizo como jugando
doce leguas
bien enteras.
Y eso
entre cuestas tan fieras
como por
allí se ven
pues el camino
va bien
contra la
sierra ‘e La Tinta
y se
estira como cinta
por las
lomas del Quequén.
(14/10/1959)
Versos de
Justo P. Sáenz (h.)
Versión
tomada de un manuscrito del autor, fechado en la Estancia “La Protección ”, Partido
del Vecino
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