una añosa
cina-cina.
Muchos le
tienen disprecio
porque se
llena de espinas.
No se que
viento sería
el que
trajo su semilla,
y sufrida
fue creciendo
como
apareada a mi vida.
Hasta sus
ramas floridas
llegaba una
tacuarita,
y entre
perfumes y cantos
me
encontraba con el día.
En esas
noches de luna
cuando se
luce gallarda
la
cina-cina cobija
los aires
de mi guitarra.
Tiene su
copa amarilla
que a un
verde puro no alcanza.
Somos un
mismo destino:
siempre
aleteando esperanza.
Sombra
escasa da el ramaje
que
contonea con la brisa
y los
flecos de su poncho
se van
haciendo caricia.
El hombre
que anda en la vida
conoce bien
sus rigores.
Sabe por
dura experiencia
de que no
son todas flores.
Te perdono
las espinas
que tienes
pa’ tu defensa.
Por no
tenerlas, el gaucho
se fue
quedando sin tierra.
Me piden
que te voltee,
dicen que
estás pa’estorbar.
Vive
tranquilo tu sueño
que no te
pienso dañar.
Arbolito
cina-cina,
yo nunca te
hoy a hachar.
Versos de Linares
Cardoso
(poeta entrerriano)
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