compré un potrillo
gatiao
que por fiero y
arruinao
nadie daba un solo
cobre,
y aunque soy un
hombre pobre
con él tengo un
gran tesoro
pues vale su peso
en oro
por mansito y
entendido,
porque hasta los
hijos míos
andan prendido’en
su lomo.
Cuando yo me
acollaré
entuavía era
redomón,
y no jué ningún
chambón
el hombre que lo
amansó,
un guitarrero
cantor
que es mi compadre
hoy en día,
padrino de la hija
mía,
Rubito Sánchez, se
llama,
y aunque no es
hombre de fama
es criollo de gran
valía.
Tres veces anduve
mal
y vinieron a
comprarlo,
pero solo con
mirarlo
en el campo
trabajar
nada tengo que
envidiar
a ningún otro
caballo,
pa’ la sortija es
un rayo
lo es también pa’
apadrinar,
y si se ofrece
enlazar
…mejor será si me
callo.
No es que lo quiera
alabar
pero le sigo
contando
que es un maestro
apartando
y un toro para cinchar;
no se me ha dao por
probar
si sirve pa’ ser de
pecho
pero seguro es un
hecho,
si lo ato sale
tirando,
porque nunca
trabajando
me ha dejao salir
maltrecho.
Estas son algunas
cosas
que pienso sobre mi
pingo,
mientras lo ensillo
un domingo
pa’ ir a’lguna
jineteada,
él sabe que no
habrá nada
que nos pueda
separar,
no hay plata para
pagar
la condición que reúne
y el cariño que me
une
al flete de mi
cantar.
Ya le conté los
motivos
que tengo pa’ no
venderlo,
y si lo quiere ir
sabiendo,
él es mi mejor
amigo,
por eso a todos le
digo
que en mi rancho ha
de morir,
a Dios le voy a
pedir
que cuando llegue
el momento,
que sea sin
sufrimiento
pa’ poderme
despedir.
Versos de Soledad
Mareco
No hay comentarios:
Publicar un comentario