Al dejar la Madalena
la mañana en que me fui,
cruzando el Rincón de Noario
pensé qué será de mí…
El lugar donde se nace
nunca se puede olvidar,
y sin poder regresar
el corazón se deshace…
Así pase lo que pase
todo nos lleva a la pena,
porque no hay peor condena
que despedirse y partir,
yo no he hecho más que sufrir
al dejar la Madelana.
Ay luces de madrugada
cuando el que ensilla se ausenta
parece que caen en cuenta
de tan tristes y apagadas.
Bajo unas nubes cortadas
monté en silencio y partí;
con la vista recorrí
las cosas que tanto amaba,
y el recuerde me anegaba
la mañana en que me fui…
Aquel que cambia de suelo
precisa ser hombre fuerte,
pues suele escasear la suerte
bajo otro sol y otro cielo.
Si sufre no halla consuelo
y si muere va a un osario,
yo marqué mi calendario
con la más ruda tristeza,
cuando volví la cabeza
cruzando el Rincón de Noario…
Se perdió en las brillazones
mi rancho con el sauzal,
la enramada y el brocal
de mis tiernas emociones.
Los rezos y las canciones
que de mi madre aprendí,
al corazón las vertí
para que hallasen cuidado;
y más allá del Salado
pensé que será de mí…
Versos de Francisco “Paco” Lanusse
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