1
Ajustao
en el corrión
que
trái de tiro el ricuerdo,
cuantas
veces yo me pierdo,
mamao,
en tu evocación.
Vos
sabés que’l corazón
es
animal delicao,
y,
hay que andarse con cuidao;
pues,
si te dentr’a querer,
no
hay juerza que la haga ver
que’l
pobre anda mal rumbiao.
2
Dicen
que’l amor es ciego
y
estoy por creer que’s verdá;
yo
ví más de una’mistá
quemar
sus alas ahí, luego.
Cuando,
mansito m’entrego,
hermana, a
reflesionar,
no
hago más que ricordar
la
gloria de tu mirada,
que
abrió como puñalada
lo
que no pued’olvidar.
3
No
me pidas que yo nombre
lo
que palenquió el secreto;
vos
sabés que yo interpreto
estas
cosas com’hombre.
Y,
espero que no te asombre
si
te dá la suerte’l anca,
porque… la pena se arranca,
pero,
haciéndolo de cuajo;
pa’
que no de más trabajo
a
tus juegos de potranca.
4
Desgraciao
el potro que
al
ver yeguas no relincha;
mandinga,
nunca se pincha
en
las púas de la fe.
Yo
caigo porque se vé
tanto
animal pa’ enfrenar,
que’s
peligroso montar
“el
potranco” del amor,
y
decir: “Soy domador”,
pa’
luego verse charquiar.
5
Me
gusta cuando arisquea
la
potranca del cariño,
porque
la palmeo y, la ciño
con
el cinchón de la idea.
Si
una china, coquetea
a
la primera intención,
l’encuentro
mucha razón,
porque…
si frunce la jeta
es
como asao de paleta
pa’l
diente de la pasión.
6
Se
dice que’s la mujer
como
tranca de corral;
por
lo atravesad’al pial
que
le tir’algún querer.
Yo
creo que’s su deber
al
mostrarse así ariscona;
mas,
no siempre a la corona
de
la pasión le de’l anca,
porque’sa
tropiya blanca…
luego
se hace cimarrona.
7
Y,
la pasión cimarrona,
es
como l’hacienda alzada,
dura,
pa’ ser embretada,
si
es que’l rigor l’abandona.
La
ilusión, siempre sobona
va
buscando en la mancera
el
surco que hace la espera
de
una risueña promesa;
mientras
el amor empieza
a
bombiar la primavera…
8
Y
vos sabés que pa’ mi
siempre
juistes una hermana,
y
no la linda paisana
como
miel de camoatí.
Dudando
te sorprendí,
y,
en el temblor de tus labios
adiviné
los resabios
de
la intriga de un traidor;
y,
yo juí pa’ mi dolor
juguete
de tus agravios.
9
Agravios
que’ran zonceras
comparaos
con el disprecio;
pero,
el calor del aprecio
tráiba
esas dudas matreras.
Al
romper las estriberas
donde
hizo pie l’amistá,
olvidaste’l
chiripá
y
la blusa de merino,
porque
vandió tu camino
un
mozo de la ciudá.
10
Y
entonces, cual martingala,
la
charamusca de’nojos
buscó
en la noche’e tus ojos
hundir
mi suerte baguala.
Del
placer cortaste’l ala
pa’
maniar una ilusión,
arriándome,
sin razón,
ni
analizar el compendio,
y…
de aqueya luz de incendio
solo
quedó cerrazón.
Versos
de Arturo
Giner
“Mburucuyá”
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