La fiesta se originó
finalizada la trilla,
porque “sin las de semilla”
cuarenta bolsas les dio;
fue el patrón quien prometió
ante sus hijos y hermanos:
“Si son
rindes soberanos
menos
las monjas y el fraile
voy a
convidar un baile
para
premiar mis paisanos”.
Allí, tras acomodarse
las parejas en su rol ,
de la luz que da el farol
buscan bailando alejarse;
“¡Es
cuestión de no ‘apamparse’!”
grita ocurrente el mensual,
y un viejo sentimental
que de temprano ha chupao
dice: “Se
han entreverao
como
cuero sin señal”.
Un vasco busca camorra
cuando comprobó su vista
que hasta el medio de la pista
le han hecho volar la gorra;
semejantes a cotorra
las chinas largan su rollo,
y bajito reza un criollo
a la hermana del puestero:
“Dios me
hiciera jardinero
pa’
cuidar d’este pimpollo”.
Tiró el lazo con aplomo
un peón al oír: “¡ranchera!”
y pialó de compañera
la hija del mayordomo;
corajeando, ni sé cómo,
le dijo en tono de gozo:
“Soy
dorreguero y buen mozo
mas le
advierto sin cumplido,
que con usté
voy metido
como
balde dentro’el pozo”.
Escuchando su verseao
la chica le sonreía
pero astuta se venía
lo mismo que pampa alzao,,
y haciendo el pelo a un costao
replicó con voz de ruego:
“Los
muchachos de Dorrego
que en
amor no hallan fortuna
son como
tronco de tuna
no
sirven ni pa’ hacer fuego”.
Y otra vez trenza ilusiones
el soguero del destino,
hasta que se abre camino
el sol, entre los galpones;
si que vean los patrones
hay besos bajo el alero,
un gato lame el talero
culpa del vaso volcao,
y un cusco ya muy cansao
se arrolla sobre el apero.
Versos de Eduardo González
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