1
Amigo
Don Juan Manuel,
que
se halle, me alegraré,
sano
del copete al pié.
Y
perdone si en su carta
algún
disparate ensarta
este
servidor de usté.
2
Una
suya recibí
punteada
con todo esmero,
y
al verlo tan cariñero
dije
para mi, a este Blanes,
no
hay oriental que le gane
como
amigo verdadero.
3
Y
aunque me diga atrevido
o
que a la luna le ladro,
como
ese bicho taladro
que
sabe estarse quieto
en
todas partes me meto
y
me metí a ver “su cuadro”.
4
Por
su puesto, los diez pesos
los
largué como el mejor,
yo
no soy regatiador,
y
ya dentré a ver después
los
famosos “Treinta y Tres…”
¡Ah,
cuadro que da calor!
5
Me
quedé medio azorao
al
ver esa comitiva.
Lo
miré de abajo arriba
pero,
¡que el diablo me lleve!,
si
parece que se mueve
lo
mesmo que cosa viva.
6
Encima
le han colocao
un
sol que valdrá un tesoro.
Lo
habrán puesto, no lo ignoro
como
en el naipe español;
pues
habrán dicho esos toros
“a
todos alumbra el sol”.
7
Y
a esa gente tan dispuesta
que
su páis va libertar,
no
se le puede mirar
sin
cobrarles afición…
¡Si
hasta quisiera el mirón
poderlos
acompañar!
8
Para
mí, más conocida
es
la gente subalterna;
más
se ve que quien gobierna
o
lleva la dirección,
es
un viejo petizón
que
está allí abierto de piernas.
9
Tira
el sombrero y el poncho
y
levanta la bandera
como
diciendo “Andequiera
que
flamee ha de triunfar;
vengo
resuelto a peliar
y
que me siga quien quiera”.
10
Le
está saliendo a los ojos
el
fuego que el pecho encierra,
y
señalando a la tierra
parece
que va a decir:
“Hay
que triunfar o morir,
muchachos,
en esta guerra”.
11
Y
animando aquella gente
que
a lidiar se precipita,
mientras
se mueve y agita
con
la proclama del viejo,
hay
uno que dende lejos
le
muestra una crucecita.
12
Cerca
de él hay otro criollo
de
poncho y de bota fina.
Se
ve que en la tremolina
hará
aujero si atropella,
ha
agarrao la carabina
como
pa’ darles con ella.
13
Al
lao, el de camiseta,
ya
deja ver que es soldao;
está
muy arremangao
como
hombre resuelto a todo,
se
le conoce en el modo
que
ha sido algún desalmao.
14
Hay
otro de pantalón,
tirador
bordao de seda;
que
se resista quien pueda
cuando,
llegue a gritar ¡truco!
ha
echao al hombro el trabuco
y
se ha metido en la rueda.
15
De
pantalón va también
otro
de sombrero al lao;
es
resuelto y animao
pero
de un modo distinto:
tiene
al naranjero al cinto
y
parece más confiao.
16
Hay
otro viejo gritando:
“¡A
mi naides me aventaja;
en
cuanto suene la caja
he
de responder al grito!”
Tiene
en la mano un corvito
que
ha de estar como navaja.
17
Ese
que está arrodillao
no
me deja de gustar,
uno
puede asegurar
que
va a decir -cuando hable-
“Todos
tienen que jurar
sobre
la hoja del sable”.
18
Que
ha de haber sido algún bravo
en
el ademán se advierte;
y
para estar de esa suerte,
dije
yo, lo han elegido
o
por ser más decidido
o
por tener bota juerte.
19
Me
gusta el del casaquín,
se
le nota el movimiento
como
que en ese momento
tira
su sombrero arriba,
a
tiempo que pega un “¡Viva!”
medio
loco de contento.
20
Pero
entre tanto valiente
dende
lejos se divisa
el
que en mangas de camisa
se
hace notar el primero.
Un
gaucho más verdadero
no
he visto, ni en los de Urquiza.
21
Espuela
y botas de potro,
todo
está como nacido;
es
patriota decidido,
se
ve que resuelto está;
para
mejor, le ha salido
medio
escaso el chiripá.
22
En
el amor y en la guerra,
en
todo habrá sido igual;
tiene,
en trance tan formal,
el
enemigo en contorno
pero
no olvido el adorno,
debió
prencipiar la leva.
23
Le
adivina la intención
todito
aquel que lo vea;
para
dentrar en pelea
revela
hallarse dispuesto,
y
de fantástico ha puesto
de
dragona la manea.
24
Lleva
su ropa y sus armas
como
quien la sabe usar;
con
gracia sabe arreglar
su trabuco en la cintura
muestra
ser por la figura
sin
asco para matar.
25
Y
además de algunos otros,
me
ha llamado la atención
uno
que está en un rincón
como
quien no dice nada,
se
ha largao a la patriada,
descalzo
y de pantalón.
26
Y
yo, para mi, decía:
éstos
hacen lo que deben
y
varones que se atreven
con
voluntá decidida
a
jugar ansí la vida,
tal
vez ni cigarros lleven.
27
Van
a libertar su páis,
peliando
con valentía;
quizá
ni ropa tendrían
pero
nada los sujeta;
hasta
las mismas maletas
están,
¡ay!, medio vacías.
28
La
carabina y el sable
que
están tirados allí,
pensé
yo al verlos ansí:
o
alguno se ha hecho avestruz
o
son de aquel de la cruz,
que
los ha dejado allí.
29
A
la distancia se llevan
el
bote los marineros,
los
mismos que los trajieron
se
retiran apuraos.
Ya
se ve, que les hicieron
la
compañía al horcao.
30
Parece
que van diciendo
“Áhi
quedan sin esperanza,
y
vámonos sin tardanza,
si
viene juerza enemiga;
tal
vez ninguno consiga
escapar
de la matanza”.
31
Yo
los hubiera agarrao
a
los que el bote se llevan;
justo
es que a todo se atreva
el
hombre que hace la guerra;
cuando
pisaron en tierra
debió
principiar la leva.
32
No
meto en esta coplada
a
todos, pa’ no cansarlo;
pero
debo confesarlo
amigo,
y se lo confieso,
yo
le saqué los diez pesos
al
cuadro ‘e tanto mirarlo.
33
Cuente
si son “treinta y tres”,
si
en mi cálculo no yerro;
con
ésta mi carta cierro,
amigo,
me planto aquí.
Ni
Cristo pasó de allí
ni
tampoco, Martín Fierro.
Versos
de José
Hernández
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