1
Llegó
José Luis Morales
-un
gaucho trabajador,
buen
jinete y domador-
a
la estancia “Los Cardales”,
encontró
allí a los mensuales
mateando
junto al fogón
después
que con atención
saludó
a la rueda entera,
preguntó
de qué manera
podía
hablar con el patrón.
2
Quien
dijo ser capataz
le
contestó sin jactancia
“-Él no se
encuentra en la estancia
vendrá esta
noche quizás,
porque hace un
mes o algo más
anda buscando,
señor,
un paisano
domador
de esos medios
corajudos
porque hay
quince colmilludos
de esos que
meten temor.”
3
Morales,
entusiasmao
le
dio al capataz su nombre
y
con permiso del hombre
desensillo
su montao,
prolijamente
el recao
arregló
junto a un galpón,
lo
espueleaba la ilusión
al
paisano forastero
de
hablar con el estanciero
pa’
conchabarse de peón.
4
Cuando
el sol ya se escondía
al
volver el estanciero,
se
presentó el forastero
con
respeto y cortesía,
diciéndole
que tenía
urgencia
por trabajar,
que
si él lo quería probar
en
una changa aunque fuera,
en
cualquier tarea campera
se
podía desempeñar.
5
Aunque
con cierto recelo
dijo
el patrón: “-Siendo así
usted ha venido aquí
como caído del
cielo;
tengo tropilla
de un pelo
y unos potros
superiores,
van quedando los
mejores,
algunos medios
viejones,
porque por estas
regiones
escasean los
domadores.”
6
“Hay quince
moros clinudos
que verlos es un
encanto,
esos quince le
garanto
que con todos
potros crudos;
suelen salir
macanudos
con muy buenas
condiciones,
algunos salen
diablones
pero un domador
de oficio
le hará perder
el peor vicio
si tiene buenos
garrones.”
7
“También hay un
moro entero
ya tusao de
cogotillo,
quiso domarlo al
padrillo
el hijo de otro
estanciero,
pero me lo hizo
mañero
y se acostumbró
a voltear
por ahora, pa’ padrear
aquí en la
estancia lo dejo,
después, junto a
un zaino viejo
al tacho va ir a
parar.”
8
“-Si usted
quiere, de algún modo
yo lo amanso a
ese sotreta
si no lo corto
en la jeta
seguro se lo
acomodo
así, mal tusao y
todo
tiene una
preciosa estampa,
hay que
amansarlo con trampa
y después que
agarre el freno
tiene que salir
de bueno
como pa’ lucirse
un pampa.”
9
Le
dijo el dueño al muchacho:
“-Se va hacer
golpear al ñudo,
el padrillo es
bien morrudo
con buen kilaje
pa’l tacho”,
y
al mozo su orgullo macho
le
multiplicó el valor
y
le pidió por favor
que
le permita probar:
“-Si yo no lo
hago de andar
dejo de ser
domador.”
10
Fue
así que quedó domando
un
lote de cimarrones
colmilludos
y ariscones,
de
abajo los fue amansando;
de
a poco se fue ganando
la
simpatía del patrón
porque
además, de afición,
lindo
el mozo guitarreaba
y
payando cautivaba
a
la campera reunión.
11
Al
mes cada uno metía
la
cabeza en el bozal
y
con un silbo, al corral
entropillao
los traía;
tempranito
se veía
lidiando
con los baguales,
mostrando
sus credenciales
de
hombre campero completo,
y
así se ganó el respeto
del
patrón y los mensuales.
12
Y
después que cada crudo
como
entregar estaba
vino
la parte más brava
y
entró a campear al cojudo;
en
la mañana no pudo
encerrarlo
en la manguera,
ensilló
una yegua overa
que
le domó a otro paisano,
y
en un tiro soberano
lo
pescueció campo afuera.
13
Ya
cuando sintió ceñido
el
sobeo en el cogote
de
malo, el moro grandote
dio
un salvaje resoplido,
pero
el gaucho decidido
de
la overa desmontó,
por
el sobeo se acercó
con
el bozal en la mano
conversándole
el paisano
al
moro lo embozaló.
14
A
piquete y a manguera
de
abajo lo trabajó
hasta
que lo alivianó
como
pa’ correr carrera,
toda
su ciencia campera
puso
el paisano en el freno
trabajándolo
sereno
difícil
que el pingo erre
y
al decir del “tata” Humpierre
se
puede pasar de bueno.
15
Más
de un mes en corral chico
de
abajo lo trabajó
hasta
que el pingo quedó
que
era una seda en el pico,
tan
sobao en el hocico
que
ni tanteaba el bozal;
tanto
amansó al semental
sin
rigorearlo a rebenque
que
podía atarlo al palenque
con tiras de delantal.
16
Con
todos los pormenores,
con
precaución, un domingo,
lo
montó y salió aquel pingo
como
pisando entre flores,
por
eso, entre los mejores
luce
hoy su estampa de macho;
tenía
destino de tacho
pero
lo salvó Morales
y
hoy en él, entre mensuales
se
luce cualquier muchacho.
Versos
de Bautista
Tolosa
-poeta oriental-
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