El
inmenso pastizal
como
un océano bayo,
reverbera
en cada rayo
del
bravo sol estival.
Se
recorta algún cardal
como
islote en la distancia
y,
extendiéndose en el ansia
de
abarcar el horizonte,
la
azul silueta de un monte
rodeando
un casco de estancia.
Donde
hubo ayer pajonales
con
vacaje cimarrón,
hoy
se agranda la visión
del
verde de los maizales.
Ya
no entran a los corrales
las
yeguadas en tropel,
y
como un símbolo fiel
de
este progreso genuino
hoy
la torre del molino
ha
desplazado al jagüel.
Se
plantó la estancia vieja
como
un fortín en la pampa
y
en esa orgullosa estampa
la
estancia actual se refleja.
Tradición
que no se aleja
del
mismo altivo linaje,
ya
son parte del paisaje
en
la pampeana llanura,
bastiones
de una cultura
del
trabajo y el coraje.
Allí
están las poblaciones
que
alzaron tantos pioneros.
sus
espíritus señeros
deambulan
por los galpones.
Las
nuevas generaciones
heredarán
su constancia
y
aquella perseverancia
será
su mayor virtud.
¡Te
canto, Chapaleofú,
el pago de las estancias!
Versos de Juan Antonio Beherán
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