domingo, 21 de agosto de 2016

EL BOLICHE DEL VENADO

Su nombre quedó grabado
entre carreras y tragos
y hoy es historia en el pago
“El Boliche del Venado”;
el tiempo se lo ha llevado
como una cosa cualquiera,
solo quedan a la vera
del camino que va a Pila
los recuerdos que desfilan
en medio de una tapera.

Un montón de cosas viejas
quedaron alrededor
en lugar del mostrador
y de las antiguas rejas,
las baldosas desparejas
de la cancha de pelota,
algunas botellas rotas,
escombros, huesos, ladrillos,
donde se esconden los grillos
y le gritan su derrota.

A las dos huellas iguales
de la cancha de cuadreras
las borran las vizcacheras,
los pastos y los cardales;
solo sombras fantasmales
de famosos parejeros
galopan por el potrero
y sus nombre favoritos
los repiten en sus gritos
las lechuzas y los teros.

Pero cuando muere el día
en medio de aquella calma
parece que vive el alma
de la antigua pulpería;
vuelve el fogón que encendían
y rodeaban los reseros,
pero a falta de yesqueros
hoy lo encienden las estrellas
y los rodean las huellas
que dejaron los troperos.

Vuelve a sonar la vihuela
que pulsaba el payador
y en el palenque hay rumor
de coscojas y de espuelas.
Todo eso en el aire vuela
sobre el sitio abandonado
cuando el viento del Salado
acaricia las barrancas
y llega trayendo en ancas
todo un hermoso pasado.


Versos de Miguel Ángel Castagnino

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