Su nombre quedó
grabado
entre carreras y
tragos
y hoy es historia en
el pago
“El Boliche del Venado”;
el tiempo se lo ha
llevado
como una cosa
cualquiera,
solo quedan a la vera
del camino que va a
Pila
los recuerdos que
desfilan
en medio de una
tapera.
Un montón de cosas
viejas
quedaron alrededor
en lugar del mostrador
y de las antiguas
rejas,
las baldosas
desparejas
de la cancha de
pelota,
algunas botellas
rotas,
escombros, huesos,
ladrillos,
donde se esconden los
grillos
y le gritan su
derrota.
A las dos huellas
iguales
de la cancha de
cuadreras
las borran las
vizcacheras,
los pastos y los
cardales;
solo sombras
fantasmales
de famosos parejeros
galopan por el potrero
y sus nombre favoritos
los repiten en sus gritos
las lechuzas y los
teros.
Pero cuando muere el
día
en medio de aquella
calma
parece que vive el
alma
de la antigua
pulpería;
vuelve el fogón que
encendían
y rodeaban los
reseros,
pero a falta de
yesqueros
hoy lo encienden las
estrellas
y los rodean las
huellas
que dejaron los
troperos.
Vuelve a sonar la
vihuela
que pulsaba el payador
y en el palenque hay
rumor
de coscojas y de
espuelas.
Todo eso en el aire
vuela
sobre el sitio
abandonado
cuando el viento del
Salado
acaricia las barrancas
y llega trayendo en
ancas
todo un hermoso
pasado.
Versos de Miguel
Ángel Castagnino
No hay comentarios:
Publicar un comentario