Parece un nido de hornero
que detrás de la cocina
dejó que hiciera, la china,
el amor del compañero;
en el pájaro campero
que enseña a los haraganes
halló cauce a sus afanes
en el nido que copiara
para que luego empollara
una nidada de panes!
La muchacha arremangada
se dedicó al amasijo;
todo era limpio, prolijo
como una cosa lavada:
la blanca masa empolvada
se apelota o desparrama
y ella que no se desgana
aunque dure largo rato
juega lo mismo que un gato
con un ovillo de lana!
Hasta que estuviese a punto
ya lista para cortarla
no dejaba de sobarla
en retazos o en conjunto;
lleva orgullo en el asunto
porque es todo su primor
que conserva con amor
y constituye un halago
¡las mentas que hay en el pago
que su pan es de mi flor!
Luego la corta amorosa
forma les da con cariño
y en cada pan como un niño
en sus manos lo reposa;
atentamente la moza
que su forma compromete
dentro del horno los mete
y el calor que le depara
pone arrebol en su cara
¡lo mismo que un colorete!
(1938)
Versos de MARCELO ALTUNA
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