vieja cocina de leña,
y mi memoria se empeña
en recordarte por
vida.
Quizá sucia y
carcomida
te encuentres en un
rincón
el fuego de tu emoción
hoy, te calienta la
plancha…
porque hiciste la pata’ncha
junto a tu hermano el
fogón.
Te vi en el campo con
brillo
bien reluciente y
limpita,
cuando la buena
abuelita
te frotó con un
ladrillo.
Método simple y
sencillo
para que luzcas
esbelta
y al calorcito que
suelta
la llama en una ramita…
mientras el fuego crepita
se hace un bife vuelta
y vuelta.
Si habrás quemao
ilusiones
junto a quienes te
rodeaban
en años en que
escaseaban
los lujos y patacones.
Si habrás escuchao los
peones
en las frías
madrugadas
y esa, tu almita
tiznada
debe guardar todavía
el eco de una alegría
o una pena
trasnochada.
Pa’l tiempo’e las
choriceadas
te hicieron rendir a
pleno,
de humo se fue el caño
lleno
como tren en repechadas.
Y se puso colorada
la chimenea con razón
por tu férreo corazón
se desangró la ceniza…
y tu horno doró con
prisa
la torta de
chicharrón.
Vieja cocina querida
cuantas cosas que
vivimos,
en tiempos que
compartimos
aquel pedazo de vida.
La nostalgia dolorida
es un nudo retorcido
pero el tiempo no ha
podido
sacarte de mi memoria…
vos, sos un cacho de
historia
con gusto a mate
cocido.
Versos de Darío
Lemos
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