Surgió sonriendo la aurora
como
pueblera coqueta;
y
mi alma que sueña, inquieta,
piensa
y suspira a la hora
que
la calandria cantora
ya
vuela de rama en rama,
mientras
sobre el panorama
beyo,
almirable y agreste,
dende
su trono celeste
el
sol sus rayos derrama.
Se
oye en la estancia el rumor
alegre
de la pionada,
que
dende la madrugada
está
en continua labor.
El
paciente labrador
ara
su tierra triunfante;
y
en el surco fecundante
ve
el triunfo de la semiya;
y
en la rastra y en la horquiya,
su
porvenir más brillante.
Bajo
de un sauce yorón
a
quién azotan las rachas,
se
ven algunas muchachas
¡dele
y dele al cimarrón!
Más,
sin perder la ocasión
se
turnan en el mortero;
unas
machacan primero,
luego
otras, después, el grano
de
máiz, pa’l locro paisano
que
ya acetó el extranjero.
Y
ansí como al mediodía
dando
tregua a la faena
se
rejuntan en amena,
grata
y feliz compañía.
Se
almuerza. Postre es la pía
cadencia
de una guitarra
que
un mozo -gaucho de garra-
pulsa
y nuembra a Martín Fierro;
y
hasta escucha atento el perro
y
enmudece la chicharra.
Versos
de Teófilo “El Abuelo” Olmos
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