(relato)
Yo soy Serapio Lucero
Pión de
arreo por capricho
Y en las
costas del Gualicho
Tengo un
ranchito campero;
Ayá la
mujer que quiero
Es
buena, noble, gentil,
Pero una
tarde de abril
Me
conchabé ayá en Conesa
Pa’
yevar dos mil cabezas
A las
sierras del Tandil.
Al cabo de varios días
Cumpliendo
el trabajo a pleno
Con el
tirador bien yeno
Para mi
rancho volvía;
Era
tanta la alegría
Que a mi
tropiya alazana
Recién
la paré en lo Arana
Donde
alcé pa’ mis hijitos,
Tres o
cuatro regalitos
Y un
vestido pa’ Juliana.
Cambié
cabayo y salí
Con la
madrina de tiro
En un
profundo suspiro
Me decía
para mí:
“A
gaucho que sos feliz
Y volvés
tan armonioso”,
Y al
arroyo caudaloso
Lo cruce
del lao más ancho
Pa’
salir frente a mi rancho
Que
estaba muy silencioso.
Bajé del flete silbando
Para ponerlos alerta
Pero al enfrentar la puerta
Hayé a mi mujer yorando,
A los críos apretando
Y en un yanto acongojao
Me dijo: “A
Dios l’he rogao
Que yegaras enseguida
El pior momento en mi vida
Recién nomás lo he pasao”.
Me dijo que Juan Servando
Hijo de un vecino crioyo
Se le acercó hasta el arroyo
Cuando eya estaba lavando,
Primero le empezó hablando
De las vacas, de las crías,
Al rato con picardías
Ya la quiso manotiar.
¡Se pueden imaginar
De la intención que traía!
Al ver a mi compañera
En tal tristísimo estado
En busca de aquel malvado
Salí rumbo campo a fuera;
Yegué
hasta su madriguera,
Desmonté del parejero,
Bajé’l poncho, el caronero
Por lo que pucha pudiera,
Y al enfrentar la tranquera
Me eché pa’tras el sombrero.
Golpié dos veces las manos
Y apareció muy sonriente,
Haciéndose el inocente
Me dijo: “-Qué busca hermano?”
-A vos te busco paisano
Y sabés por qué razón.
Echando mano al facón
Se me vino ciegamente
Y ya lo marqué’n la frente
Por mí herido corazón.
Y... que más voy a contar
Si mi tristeza lo esplica?
Encerrao en Sierra Chica
Mi cuenta debo pagar.
Y no dejo de pensar
En mi tropiya de crioyos,
En mis pequeños pimpoyos,
En la mujer que yo quiero,
Y en el ranchito campero
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