Llegó en un pingo tostao,
pampa,
muy bien definido,
y
dicen que había venido
de
los pagos del Calfiao.
Prolijamente
ataviao
al
estilo bien surero:
de
botas, poncho, sombrero,
de
carpincho el tirador
y
aunque era pión domador
lucía
como un estanciero.
Y
al ver la ocasión propicia
se
apió en el “Rincón de Lera”
a
donde hay una pulpera
más
linda que una caricia,
que
ha sido y es la codicia
de
los criollos lugareños
y
por más que han puesto empeño
en
robarle una atención,
dicen
que su corazón
no
ha reconocido dueño.
Después
que manió el tostao
debajo
de un sauce chico,
lo
acarició en el hocico
y
lo alivió del bocao,
y
una vez que hubo dentrao
saludó
con cortesía
y
aunque mucha sed traía
al
ver una flor tan bella,
ni
reparó en las botellas
que
había en las estanterías.
Era
además el paisano
guitarrero
y buen cantor
y
había sobre el mostrador
siempre
una guitarra a mano.
La
pulsó y derecho al grano
le
cantó en forma precisa,
y
al notarla escurridiza
le
buscaba en notas suaves
para
encontrarle la llave
del
cofre de su sonrisa.
Y
como haciendo la armada
pa’
pialarle esos ojazos
siguió
juntando retazos
de
canciones olvidadas.
Y
cuando en la madrugada
le
relinchaba al lucero
aquel
criollo forastero
que
tan lindo había cantao,
se
despidió y al tostao
le
entro a acomodar los cueros.
Y
antes que la cerrazón
viniera
a opacar la luna
salió
bordeando unas dunas
que
escoltan a un cañadón.
Y
quedó triste el patrón
de
la “Pulpería de Lera”
al
ver que allá campo afuera
se
va achicando su estampa
que
ancas de un tostao pampa
lleva
una hermosa pulpera.
Versos
de Marcelo
Oxandaburu
No hay comentarios:
Publicar un comentario