A casa vino a soltar
mí
pariente, aquel caballo
y
en menos que canta un gallo
enfermó
pa’ no sanar;
yo
queriéndolo apoyar
en
su profundo lamento
si
muere, pensé al momento,
quizás
le saque las botas
y
dos sorpresas grandotas
le
doy pa’ verlo contento.
Y
se las saqué nomás
sin
andar con mucha vuelta,
tenía
la cosa resuelta
ya
no volvía para atrás.
Así
fue que de ahí en más
puse
mi empeño en lonjearlas
y
al terminar de sobarlas
para
entregárselas quise,
con
tres décimas que hice
ese
día acompañarlas.
“Aquí te manda tu
primo
este presente campero
pa’ que ande con vos,
espero
un buen trecho del
camino
en mi mente, te
imagino
con las prendas, bien
montado,
de chambergo
requintado
y dos rodajas
grandotas
ceñidas sobre las
botas
del oscurito tapado.
Era la única manera
que el chuzo siga
presente
en tu casa, con tu
gente
como vos querías que
fuera.
Ahí sin dudarlo
siquiera
lo entré a garronear,
te juro
de esa forma, estoy
seguro
si la cuenta no me
falla
a fiesta criolla que
vayas
vas a andar sobre el
oscuro.
Un par de botas de
potro
dicen, no es para
cualquiera,
vos buscale la manera
pa’ que no las use
otro,
más como hay entre
nosotros
vivencias de
antepasados
sé que llevarás
grabado
por siempre en tu
corazón,
este regalo gauchón
y al pingo oscuro tapado”.
(20/10/2002)
Versos
de Carlos
Hugo Pousa
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