A un vecino fui a invitao
pa’
churrasquiar en mi casa
y
al calorcito’e las brasa’
comernos
un costillar,
y
justo vino a pasar
lo
que nunca había pasao…
“-Mi marido se ha
golpeo
-nos
dijo Ana a la pasada-
quiera Dios que no
sea nada,
en Cemeda está
internao”.
Allí
estaba el amigazo
aguantándose
el dolor
pero
le advirtió el doctor,
que
tiene flor de porrazo;
Tata
Dios le tiró un lazo
pa’
que lo hayan encontrao…
Como
cuatro horas tirao
entre
el cardal de “El Arturo”…
todo
por montar de apuro
un
pertizo colorao.
Le
pasó de madrugada
en
la Estancia “El Mirador”,
todo
por ser cumplidor
y
por no hacerle asco a nada.
¿Y
cómo fue la rodada?,
pregunté
de sopetón.
“-He perdido la
noción
y no me acuerdo de
nada,
me desperté cuando
estaba
maltrecho del
apretón…”.
Coraje
y fuerza en su mano,
de
una rienda bien prendido,
se
arrastró muy mal herido
con
un dolor inhumano…
Pensó
en su hijita el paisano,
su
mujer, que lo esperaba,
miró
el sol que despuntaba,
rogó
al cielo por su suerte,
porque’se
día la muerte
le
pegó una costalada.
Es
brava la quebradura,
la
pelvis se partió en dos,
pero
López, créanmeló
tiene
fuerte la estructura…
Él
se aguantó la suturas
y
los clavos, soy testigo;
le
deseo como amigo
pronto
pueda estar de pié,
entonces
lo invitaré
para
‘churrasquiar’ conmigo.
Versos
de Jorge
Alberto Castañares
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