Cencerro tradicional
que a mi me hicieron llegar,
me lo dio Carlos Villar
dueño’e la
Estancia “El Casal”,
y pa’ mi vida rural
me viene como pintao,
es un clarín que ha sonao
al despertar la mañana
cuando pastea mi “Tobiana”
con mi cencerro cuadrao.
Hecha’e seis la cogotera
bastante fuerte quizás,
y pa’ que no la eche atrás
le coloqué la frentera,
y más pa’ que no sufriera
al ver “el ojo” gastao,
de tiento crudo y mojao
lo retobé con trabajo,
y de argolla es el badajo
de mi cencerro cuadrao.
Sonador como campana,
sigue contando sus quejas
y mojando las orejas
lo hace sonar mi “Tobiana”,
los pingos en caravana
lo escoltan, y es respetao
y algún relincho cortao
de aquel que queda pastiando,
ya lo alcanza retozando
a mi cencerro cuadrao.
Abre un surco en la neblina
con su estridente sonido,
y al pegar algún chiflido
escoltan a la madrina,
si la noche se avecina
y el cielo queda toldao,
o si la luna se ha entrao
y hay que salir de un apuro,
lo siento en lo más oscuro
a mi cencerro cuadrao.
Hace acortar el camino,
derrota legua por legua,
bien hermanao a la yegua,
a quien alegra su trino,
su sentimiento argentino
lo deja desparramao,
y ahora, que lo he destacao
con fuerza quiero gritar:
¡gracias Don Carlos Villar
por el cencerro cuadrao!
Versos de Juan Félix Oar
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