1
Mi abuelo, para
yerbiar,
era hombre de tiro
largo
y en ancas de cada
amargo
un cuento solía
contar;
hoy les voy a
desgranar
de esa espiga un
argumento
de cómo en un solo
invento
Dios hizo cosas tan
bellas:
la luna, el sol, las
estrellas
y el azul del
firmamento.
2
Como una argolla es el
mundo,
no tiene boca ni
fondo;
unos dicen que es
redondo,
y otros que es largo y
profundo;
sin ser un sabio
fecundo
aseguro que es cuadrao
y que rueda, asujetao,
sobre unos ejes
machazos
y que con sus
barquinazos,
el alma me ha
lastimao.
3
Allá por el año dos,
cayó a este pago un
paisano,
un hombre rubio,
galano,
de entendimiento
precoz;
ese gaucho era un tal
Dios,
hombre léido y bien
pensao
que en un legajo
trazao
tráiba los planos del
mundo
y con trabajo profundo
hizo el milagro soñao.
4
Les aseguro que el
cielo
en el suelo jue formao
y enterito levantao,
según contaba mi abuelo;
en cada punta del
suelo
un poste habían
plantao
y el celeste jue
estirao
a juerza de torniqueta
y en el aire se
asujeta
lo mesmito que un
toldao.
5
Vieran óido el
griterío
del gauchaje
entusiasmao
después que el cielo
jue alzao
donde hoy está,
¡Cristo mío!
Solo se óiba el
balerío
de los planteles
alzaos,
los potros alborotaos
juian parando la cola,
y le juro que ni a
bola
pudieron ser
alcanzaos.
6
Muchos curioso por
ver,
que se hallaban en el
suelo,
se subieron sobre el cielo
y no han podido
volver.
¿Han óido cuando al
llover
el fuerte trueno
estamparse?
Son ellos que por
bajarse
Pujan desde el otro
lao
y así rompen el toldao
que tanto costó pa’
alzarse.
7
Cuando entre el rojo
escarlata
como una degoyadura,,
desde la infinita
altura
el sol nos da la
culata,
como un patacón de
plata
asoma el gaucho lucero,
cuenta no sé que aparcero
que el lucero ha
descubierto,
que es el ojo de un
güey tuerto
que Dios tiene en un
potrero.
8
La luna en el infinito
es una moza embustera
que a veces se asoma
entera
y en otras un
pedacito,
y en el medio ¡Dios
bendito!
se ve un jinete mentao
que a un burro se le
ha sentao
lo menos hace veinte
años…
hablándoles sin
engaños
ninguna vez se ha
bajao.
9
Una vez vide encantao
al mesmo Tata Dios
viejo
en un bagual azulejo
lindasamente aperao;
le pregunté
entusiasmao
¿cómo están po’allá po’el
cielo?
Me contestó, ni el
suelo
hay tan güeñas diversiones.
Estas son las
relaciones
que sabía contar mi
abuelo
10
Cuentan que el padre divino
pintó el infinto tul
de color blanco y azul
porque Dios era argentino;
hoy a ver en el camino
todo el gauchaje
agringao,
¡velay! le puso el
recao
a su azulejo bravío
y se perdió en el
vacío
de purito abochornao.
Versos de Martín
Castro
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