Era un amigo en la
tropa
Don Alcario el capataz
que por lo noble y
capaz
le dio prestigio a la ropa
hace tanto que galopa
en el recuerdo conmigo
y si hoy el rumbo le
sigo
por ser diestro en
esas huellas
más me alumbran las
estrellas
del ejemplo de mi
amigo.
Me decía: “Por más que
lleve
libreta de acarreador
hay que ser conocedor
de la hacienda que se
mueve
si es grande el calor,
si llueve
siempre debe
adelantarse
ninguno debe cortarse
a todo hay que estar
atento
de qué lado se halla
el viento
en todo debe fijarse”.
“Si se para en una
calle
observe todo muy bien,
que los alambres estén
estirados al detalle
el capataz que aquí
falle
quiero que esto lo
aprenda
y pa’ que bien me
comprenda
mueva con mucho
cuidao,
si revienta un
alambrao
se mestura o pierde
hacienda”.
“Es un asunto sencillo
haga la hacienda
pastar
antes de echarse a
cruzar
un campo con romerillo
procure que ni un
novillo
le pellizque a la
pasada
es fácil la repechada
pa’l que es un poco
campero
se puede pasar ligero
una tropa descansada”.
“Y si una noche el
vacaje
por algo se le asustó
no lo pare amigo, No…!
nunca de golpe lo
ataje
grítelé, haga coraje
en esa brava jornada,
es una cuestión
sagrada
en el pingo está la
suerte
si rueda encuentra la
muerte…
¡Cuídesé de la rodada…!”
“Miles y miles de
reses
mucho vacaje llevé,
y los pesos que cobré
ni en cuenta lo tengo
a veces
de la cabeza a los
pieses
fueron mis trabajos
leales,
soportando temporales
cuidé fortuna enteras,
con setenta primaveras
por unas pocos reales”.
Versos de Héctor
Del Valle
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