Templao en la lucha
dura,
pa’ responder a la
vida,
sabe la senda
florida,
igual que la senda
oscura.
Si hoy, encuentra
una ternura,
mañana encuentra un
dolor;
pero, él es dueño y
señor
de la extensión que
domina,
y su estrella, lo
ilumina,
siempre pa’l rumbo
mejor.
Desde mocito
prepara,
la tropilla, con
pasencia.
-El gaucho, tiene
su sencia,
que para el más
sabio es rara.
Y después, con
ella, encara,
hacia cualquier
lejanía;
puede seguir, noche
y día,
sin fallarle la
constancia,
venciendo cualquier
distancia
tesonero en la
porfía.
Prepara la yegua
mansa,
que obedece a su
silbido,
y acollara al
elegido,
pa’ realizar su
esperanza.
Muy pocos días
alcanza,
pa’ tenerlo
acostumbrao;
respondiendo, como
ahijao,
al tintinear del
cencerro;
después, sigue como
un perro,
mansito y
arrocinao.
Y de a uno va
formando,
la tropilla, de ese
modo,
hasta que lista, pa’
todo,
ha de quedar a su
mando.
La manejara
silbando,
cuando a la huella
ha dentrao;
y la yegua, en
cualquier lao,
forma de frente,
tranquila,
y de ese modo hace
fila,
el pingo bien
entablao.
Es como un lujo
campero,
que no comprende
cualquiera,
cuando en cuidarla
se esmera,
para su orgullo, el
tropero.
Su tropilla, es lo
primero,
que el hombre debe atender;
pues con ella ha de
vencer,
las leguas en el
camino;
y, con ella, su
destino,
trabajando, puede
hacer.
Versos de Evaristo
Barrios
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