Mi
tropilla donde quiera
la
reconoce el criollaje
por
eso al pasar de viaje
le
franquean las tranqueras
en
esos pagos de afuera
de
la gente campesina
por
el tiempo que trajina
yo
creo que es conocido
del
cencerro hasta el sonido
que
le imprime la madrina.
Observe
en horas silentes
apacibles
y serenas
que
todo cencerro suena
de
manera diferente.
Por
esa razón la gente
que
en la tradición orilla
reconoce
mi tropilla
como
el peoncito rural
por
la forma original
que
siempre tusa y ensilla.
Basto
porteño cerrao
y
sobre el mismo le pone
unos
cueritos cortones
con
esmero recortao.
El
flete siempre tusao
bajito
de cogotillo
bien
cimarrón el cerquillo
el
que por nada recorta
y
cola bastante corta
poco
más que plumerillo.
Allá
en la tierra oriental
mi
patria, tropilla es fama
que
donde se la reclama
para
una cuarta social
allá
sale mi rural
con
su probada constancia
sin
que lo lleven más ansias
que
llegar con los salvajes
a
donde sea el paraje
sin
preguntar la distancia.
Tropilla
de reservao
que
agarra en cualquier esquina
como
se usa en la Argentina
hay
también entreveraos
algunos
que están tusao
que
como buenos destaco
porque
el indio que en los tacos
los
llame, guarda la tosca!*
no
hay pago que no conozca
la
fama de mis bellacos.
De
“El me Vuelco”, “El Sacamás”,
“El
Relámpago” y “El Trueno”,
“El
Comegente”, “El Veneno”,
“El
Agrio” y “El Satanás”
y un
lobunito torcaz
que
aunque de nombre orejano
es
bien bajador, paisano
como
“El Salao” y “El Ají”,
y “El
Tigre del Curaí”
como
“El Yacaré Entrerriano”.
Cuando
corte la presilla
que
a la esistencia me amarra
¿qué
será de mi guitarra?
¿qué
será de mi tropilla?
Al
deshacerse la arcilla
que
forma mi contextura
y
se torne mi figura
un
recuerdo en el fogón
una
cruz, una inscripción
y
una humilde sepultura…
*Ref.
a la burla loca
Versos
de Héctor
Umpiérrez
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