El
cielo, ennegrecido
por
tupidos nubarrones,
va
anunciando chaparrones
con
relámpagos seguidos.
Muy
cerca se escucha el ruido
de
un molino que está abierto
y
en ese raro concierto
con
la música del viento,
él
le sirve de instrumento
y
anuncia que está despierto.
Va
buscando refugiarse
la
hacienda, pa’l lao del monte,
y
se ve en el horizonte
que’l
agua empieza a largarse.
Queriendo
acomodarse
pa’
esperar el temporal,
alguno
que otro animal
ya
le va poniendo el anca
como
si fuera una tranca
para
este día infernal.
La
peonada en el galpón
está
guardando el apero
al
ver que ya el aguacero
se
largó sin compasión.
Después,
prendiendo un fogón
se
forma una rueda flor
donde
no falta el cantor
que
animando ese momento,
pone
todo el sentimiento
y
canta como el mejor.
En
un continuo hamacar
los
sauces besan el suelo
y
sienten el desconsuelo
de
su raíz aflojar.
Pero
todo ha de pasar
y
tal vez mañana el día
volverá
con alegría
de
un sol lleno de tibieza,
y
hará olvidar la tristeza
del
viento y el agua fría.
Versos
de Hebert
Colombo
(Castelli, Bs. As.)
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