viernes, 21 de julio de 2017

EN LA CIMBRA

Para Luis Otero. Afectuosamente

 Con el acento más puro
de su varonil garganta,
el gaucho Cirilo canta
de su saber bien seguro.
El verso brota al conjuro
de la pasión que lo inflama;
cuando la atención reclama
de la rueda campesina,
hay unos ojos de china
que lo queman con su llama.

De la guitarra sonora
brota un raudal de armonía,
en la rústica poesía
como el albor de una aurora.
La morocha soñadora
forjadora de ilusión,
vuelca toda su atención
presa de ansia infinita
su albo seno se agita
a impulsos de la emoción.

Hay un ambiente en la sala
de amistosa simpatía,
el canto de su baquía
con entusiasmo hace gala.
La mano, suave, resbala
por el templado cordaje
y a impulsos del oleaje
de su amorosa corriente,
va pintando dulcemente
su triste peregrinaje.

Alza la voz al decir:
“-Cual mariposa sencilla,
en la luz que enfrente brilla
quiero tranquilo morir”.
Entona para advertir,
que su constante desvelo,
lo colmaría el anhelo
de sus cálidos antojos,
de quemarse en esos ojos
para subir hasta el cielo.

Calló la voz del cantor.
La madre de la muchacha,
criolla linda y vivaracha,
dictó un fallo de rigor:
“-Siendo tan grande su amor,
que no es cosa de este suelo,
dele al pensamiento vuelo
-si es que siente capaz-,
venga con el Juez de Paz…
¡De un galope está en el cielo!”

“-Eso es viejo y corcovea!,
-dijo sonriendo el cantor-
aflójeme el maneador
pues mi intención no patea.
Si a su hija la manea
el pial de mi simpatía,
si no encierra la falsía
en el corral de su pecho,
por ese rumbo derecho
la campea el alma mía”.

                                 (04/1945)
Versos de Lino Contrera

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