Para Luis Otero. Afectuosamente
Con el acento más puro
de
su varonil garganta,
el
gaucho Cirilo canta
de
su saber bien seguro.
El
verso brota al conjuro
de
la pasión que lo inflama;
cuando
la atención reclama
de
la rueda campesina,
hay
unos ojos de china
que
lo queman con su llama.
De
la guitarra sonora
brota
un raudal de armonía,
en
la rústica poesía
como
el albor de una aurora.
La
morocha soñadora
forjadora
de ilusión,
vuelca
toda su atención
presa
de ansia infinita
su
albo seno se agita
a
impulsos de la emoción.
Hay
un ambiente en la sala
de
amistosa simpatía,
el
canto de su baquía
con
entusiasmo hace gala.
La
mano, suave, resbala
por
el templado cordaje
y
a impulsos del oleaje
de
su amorosa corriente,
va
pintando dulcemente
su
triste peregrinaje.
Alza
la voz al decir:
“-Cual mariposa sencilla,
en la luz que enfrente brilla
quiero tranquilo morir”.
Entona
para advertir,
que
su constante desvelo,
lo
colmaría el anhelo
de
sus cálidos antojos,
de
quemarse en esos ojos
para
subir hasta el cielo.
Calló
la voz del cantor.
La
madre de la muchacha,
criolla
linda y vivaracha,
dictó
un fallo de rigor:
“-Siendo tan grande su amor,
que no es cosa de este suelo,
dele al pensamiento vuelo
-si es que siente capaz-,
venga con el Juez de Paz…
¡De un galope está en el cielo!”
“-Eso es viejo y corcovea!,
-dijo
sonriendo el cantor-
aflójeme el maneador
pues mi intención no patea.
Si a su hija la manea
el pial de mi simpatía,
si no encierra la falsía
en el corral de su pecho,
por ese rumbo derecho
la campea el alma mía”.
(04/1945)
Versos de Lino Contrera
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