¡Linda estaba la tarde que la vide
el patio de su rancho acomodando,
y anque guapo pa’ todo me sentía…
no pude hablarla y me quedé temblando!
¡Estaba como nunca la había visto:
vestido livianito de saraza,
con el pelo volcao sobre los hombros:
era una virgen qu’encontré en la casa!
¡Ni ella, ni yo, ninguno dijo nada;
con sus ojazos me siguió quemando…
dejó la escoba que tenía en la mano,
me quiso hablar, y se quedó temblando!
¡Era el recuerdo del amor primero,
amor nacido a nuestra edad temprana,
como esas flores rústicas del campo
que nacen de la noche a la mañana!
¡Amor que estaba oculto en los adobes
de su paterno rancho tan sencillo,
y en la corteza del ombú del patio
escrito con la punta del cuchillo!
Me di güelta pisando dispacito
como quien desconfea de un trampa,
envolviendo recuerdos y emociones
entre las listas de mi poncho pampa.
No sé qué me pasó; monté a caballo
y salí galopiando a riendas sueltas,
con todos los recuerdos y emociones
que’n las listas del poncho saqué’nvueltas.
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¡Linda estaba la tarde la vide
el patio de su rancho acomodando,
la tarde que anque guapo me sentía…
no pude hablarla y me quedé temblando!
Versos de Charrúa
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