1
Ya nadie más te
arregló
tranquera vieja de
alambre,
cuando un mancarrón
con hambre
las varillas te
pisó.
Una soga te amarró
contra aquel poste
machazo,
y un cuatrero
apuradazo
la cortó con el
cuchillo;
desde entonces un yuguillo
le daba al palo un
abrazo.
2
Por vos la chata
cargada
vi salir a rueda
muerta.
Cien veces te dejé
abierta
y otras tantas mal
cerrada.
Y aparto de la
manada
de recordaciones
viejas
esa vez que con las
rejas
del herrero regresé…
por dejarte sin el
pie
se salieron las
ovejas.
3
Por vos dentro una
mañana
la sembradora
nuevita
con la pintura
fresquita,
cuando la trajo
Quintana.
Por vos se jue la
alazana
que después volvió
con cría…
por vos dentraba y
salía
el panadero en su
carro;
y si había mucho
barro
por un mes no
aparecía.
4
En tu palo me
afirme
una vez bajo la
luna
cuando no tuve
fortuna
en un baile al que
llegué;
y a gatas te desaté
otra noche medio
extraña
en que pude darme
maña
para abrirte con
trabajo,
cuando el matungo
me trajo
medio vandiao en la
caña.
5
Cuántas güellas
polvorientas
en vos tuvieron
final.
Por vos salió aquel
mensual
cuando le dieron
las cuentas.
Por vos las yeguas sedientas
dentraban en los
veranos
y aquel comprador
de granos
que pa’ dentrar te
ladiaba
al dirse no te
cerraba
pa’ no estropiarse
las manos.
6
Por vos pa’ las
elecciones
dentraban con los
retratos
de todos los
candidatos
pa’ conversar con
los piones…
y haciéndose los
gauchones
se venían de
alpargatas…
las que no por ser
baratas
sirven pa’
disimular;
es difícil contrariar
las costumbres de
las patas.
7
Con la cara
satisfecha,
por vos dentro el
chacarero,
con el auto aquel
primero
cuando pegó esa
cosecha.
Parecías más
estrecha
cuando salía una
tropa;
y mi añoranza
galopa
por un día de
chaparrón,
cuando te abría
algún pión
que había llegao
hecho sopa.
8
Por vos los
enamoraos
con esperanzas
pasaron.
Por vos en el sulki
entraron
los novios recién
casaos.
A mercachifles cargaos
le diste entrada y
salida
y en la última
partida
con un perro de
cortejo
por vos salió “El
Vasco” viejo
cuando se jué de la
vida.
9
Llegó el progreso
ladino
y vos, que a nadie
atajaste,
también dentrar lo
dejaste
tranquerita del
camino.
Una de madera vino
que con cadenas se
aferra,
y con un candao se
cierra;
lo que no pasó con
vos,
en los tiempos en
que Dios
andaba sobre la
tierra.
10
Hoy te hago esta
humilde rima
tranquera como un
consuelo;
yo que te dejé en
el suelo
y te pasé por
encima.
Ya que el recuerdo
me arrima
con el tordillo
cansao,
frente a vos me he
desmontao,
porque en el alma
te llevo,
y quise abrirte de
nuevo
para entrar en el
pasao.
Versos de Luis
Domingo Berho
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