El
gaucho Ariel Peñaflor
de
la Estancia “La Alborada”
a
donde existen manadas
de
potros que es un primor.
Y como
es buen domador
famoso
en el pago entero
va
a entrtopillar con esmero
y
aquerenciar al cencerro
pingos
que al decir de Fiertro,
“den
la güelta sobre un cuero”.
Entre
los doce baguales
se
hallaba un bayo atigrado
y
que parecía endiablao
con
ribetes colosales.
Dientes
y manos fatales,
cuando
el paisano lo ensilla,
va
temblando su golilla,
ora
se arrastra, ora vuela
y
a veces con las espuelas
acaricia
la gramilla.
Pero
la perseverancia
del
criollo al fin lo doblega
y
despacito se entrega
al
crédito de la estancia.
Como
premio a su constancia,
a
su entereza y valor,
y
al mirarlo escarciador,
vivo,
listo y coscojero,
cifra
en ese pingo austero
su
orgullo de domador.
Y una
mañana divina
que
amor patrio clamorea
y
allá en el mástil flamea
la
magna enseña Argentina
Con
cintitas en las clinas
viene
escarciando aquel bayo
porque
Ariel sacó un caballo
dócil
y de buena rienda,
lleva
en ancas a su prenda
un
25 de Mayo.
Versos
de Roberto
Mario Ayrala
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