Me
ha avisado el otro día
mi
compadre Sofanor
que
es puestero y domador,
que
este domingo vendría,
que
el “picazo” me traería
que
para amansar le he dado,
en
eso es muy aplicado,
pone
paciencia y esmero,
y
para el quehacer campero
saca
un pingo bien domado.
Por
eso que muy temprano
de
mi majada a un cordero
le
saqué el poncho de cuero
pa’
agasajarlo al paisano.
Dejé
el “colorado” a mano
al
que el recado saqué,
a
la pava, agua le eché,
a
hacer fuego me dispongo
y
en el asador lo pongo
al
que ese día cuerié.
De
peón yo salí de mozo
y
tropilla nunca tuve,
pero
en ajenos, anduve,
muy
poco, digo orgulloso.
Siempre
he buscado afanoso
de
pingos, ser propietario
y logré
con mi salario
tener
mía alguna yunta,
que
donde quiere hace punta
y
uso en el trabajo diario.
Dueño
de una “zaina” soy,
que
ato al sulky, aunque es de gringo,
cuando
de paseo un domingo
con
la familia me voy.
A un
“tordillo”, gracias doy,
que
aunque hoy no está pa’ exigir,
en
él me supe lucir,
más
por viejo, no va al ‘tacho’,
y
llevando mis muchachos
lo
veo a la escuela ir.
Toda
esa es mi caballada,
y
aunque comiéndole el pasto
le
ocasionen cierto gasto,
el
patrón no dice nada.
Se
aclaró todo de entrada
y
me dio su aprobación,
quizás
porque la opinión
tiene,
que Risso ha plasmado,
“de que andando bien montado
le rinde más cualquier peón”.
Viendo
el “colorado” atento
ya
manso, espero el “picazo”,
que
del “tordillo”, es reemplazo
y
eso me pone contento.
De
pronto un cencerro siento,
ladra
“el Sombra”, perro flor,
y
con tono anunciador
un
muchacho grita ya:
“¡Con la tropilla, papá,
allá viene Sofanor!”
(6/11/2013)
Versos de Juan Carlos Artigas
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