viernes, 7 de febrero de 2020

BOLICHE TAPERA


Entre cardos y gramillas
que hacen guardia a su cumbrera,
duerme un “boliche tapera”
cobijado en coronillas;
horcones hechos astillas
lo presentan abatido,
y notándolo vencido
pasa el tiempo y se despacha,
pagando de punta y hacha
con el facón del olvido.

Sin notas que a la llegada
da en la tropilla el cencerro,
ni los ladridos del perro
macaco a cualquier pasada.
Con la ilusión sepultada
un chimango busca altura,
y en broche a tal desventura
el viento al brocal le puso
“paja brava” y  “cardo ruso”
que entristecen su figura.

La seca en los bebederos
denuncia que no hay carreras,
y perdieron dos banderas
su resto en los esquineros;
solo coparon los teros
quietudes de tanta pampa;
la tranquera cedió grampa
al costado del camino,
y ya sin rueda el molino
gira lástima en su estampa.

Hasta el palenque quebrao
parece añorar coscoja,
o algún mañero que afloja
la cincha en el alambrao;
¡malaya!, si del pasao
Regresara un “hopa – hopa”,
del resero, y ver su tropa
pastando en el potrerito
al cambiar pechazo y grito
por el sabor de la copa.

Y lo que fuera fogón
-punto de unión del gauchaje-
pareciera que el indiaje
le hubiese entrao en malón;
no está el capataz ni el pión
que un mus haya acollarao,
ni el bolichero parao
junto al vino, caña o grapa;
dando una vuelta de yapa
si era bueno lo gastao.

Boliche que a paso lento
fuiste opacando tu estrella,
cuando el progreso hizo mella
en el criollo firmamento;
tu tapera es el lamento
de una estirpe que no olvida,
pero en la tierra sentida
tu historia pisa tan fuerte,
que aunque te alcance la muerte
¡siempre seguirás con vida!

Versos de Eduardo González

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