Materas, gauchos bastiones
de las estancias de antaño,
la pionada, cual rebaño,
se juntaba en sus fogones.
Diario lugar de reuniones
ande el mate, soberano,
al pasar de mano en mano
-costumbre tradicional-
era un antiguo ritual
en el quehacer campechano.
Las paredes, muy senciyas,
de chorizo o material,
algunas con ventanal
otras, con simples miriyas.
Apoyaos en sus oriyas
bancos de forma variada
y entre matiada y matiada
sagradas de cada día ,
al suelo, verde tañía
la yerba desparramada.
Había que ver el piso
destinto en cada matera:
de ladriyo, de madera,
de tierra o cemento liso.
En mi pago uno se hizo
con esmero y con mesura,
pues conformaban su hechura
tabas del lao de la suerte.
¡Deficulto que otro acierte
con mesejante lindura!
Vide un fogón circular
hecho de barro y ladriyo
y una yanta de rastriyo
amurada en el lugar.
No faltaba un costiyar
asao con pacencia santa
y el humo, como una manta,
cubría pavas tiznadas,
tuitas con ganchos colgadas
en el borde de la yanta.
En la difusa humareda
que flotaba en el ambiente
se mentaba, diariamente,
alguna hazña campera.
Otro tema, también era,
cuasi siempre preferido:
un cuento de aparecido,
de luz mala o lobizón;
ha falta que un joven pión
por eyo no haiga dormido.
Las materas han quedao
en el tiempo sepultadas.
Hoy no tienen las pionadas
ese recinto sagrao.
De a poco se han apagao
las brasas en el fogón
mas, el gaucho cimarrón
sigue caliente en las manos
de puebleros y paisanos
que son patria y tradición.
Versos de Arnoldo Daniele
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