Yo estaba junto
al fogón
por ingerir un
torcido
que un mal domao
por descuido
me lo cortó de
un tirón.
Sentí el ruido
del portón
y me enderece
áhi nomás
y oservé al
mirar pa’tras
que con tranco
decidido
y con el ceño
fruncido,
se acercaba el
capataz.
Me dijo: “-Lo vengo a hablar
antes
de que’l sol alumbre
porque’n
la estancia hay costumbres
que
usté debe respetar;
me
va a tener que escuchar
y
espero que me comprenda
o
mejor dicho me entienda
porque’s
orden del patrón,
que
no quiere ver que’l pión
ande
con perro en la hacienda.”
-Me sorprende
francamente
que me cause
este imprevisto,
si usté mismo
los ha visto
que son buenos y
obedientes,
me acompañan
diariamente
trabajando sin
desmayo,
y en la manga,
le detayo,
donde usté hace
andar de a pié,
se quedan echao
los tres
donde yo dejo el
cabayo.
-Para la
vacunación
pienso, no se
habrá olvidao,
cuando usté no
echó el recao
no sé porque
situación,
ellos me
hicieron de pión,
y a más, le
recordaré,
que andaba
contento usté
mientras que yo,
muy horondo,
solo, en la
manga del fondo
toda la hacienda
encerré.
“-Yo no vine a
discutir
ni a causar
ningún desorden,
el patrón me dio
esa orden
y usté la debe
cumplir!”
Y empezándome a reír
le dije: -Tiene
razón,
yo sufro esta
situación
por pionar entre
el gringaje,
ya viá juntar mi
pilchaje
y usté,
¡búsquesé otro pión!
Versos de Mario Almirón
(basado en un hecho real)
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