miércoles, 24 de junio de 2020

PRESENTACIÓN


Buenas noches y permiso,
me llamo Pedro Garrido,
allá en Tapalqué he nacido
y soy de ande me es preciso.
He llegao con dos petizos
que en el palenque he dejao
y como vi de este lao
que había luz de fogón
se me ocurrió la ocasión
de comer un buen asao.

Ando buscando trabajo
desde hace unos cuatro días,
me dijeron que aquí había
y aquí me tienen. ¡Barajo!
Mi desgracia está en un tajo
que he dejao en jeta ajena
yo, con la mano serena
y el otro, bastante en pedo.
Si no lo corto, me quedo,
decir ni vale la pena.

Llevo a la espalda cuchilla
panzona y bien cortadora,
porque es cosa rendidora
a pesar de ser sencilla.
De mozo tuve tropilla
y hasta el emprendao de plata;
hoy, que calzando alpargata
los cincuenta años ya piso,
tengo solo dos petizos
por no tener que ir a pata.

El animal que ahora ensillo
es un zaino malacara
que en Ayacucho comprara
cuando era entuavía potrillo.
El otro es un rosillo
pico blanco, anca nevada;
de mi tropilla pasada
es el hijo de la yegua.
Los dos han corrido leguas
entre calores y heladas.

Son pingos de tiro largo,
voy en ellos ande quiera,
no aflojan ni que se mueran
en el viaje más amargo.
No conocen más letargo
que, en algún palenque ataos,
esperar, ya acostumbraos,
un trago de su patrón
y después sin pretensión
seguir el rumbo indicao.

Siempre viví a campo y monte
trabajando fuerte y duro,
tendiendo firme y seguro
la vista hacia el horizonte.
No hay desdicha que me atonte
ni que me cause desvelo,
pues no tengo más anhelo,
que un pingo y mi libertá
y si hay una alversidá
en mi verso hallo el consuelo.

No guardo resentimiento
ni llevo en mi alma rencor
a pesar que de dolor
yo soy casi un monumento.
Llegué al mundo y al momento
note cual era mi carta,
pero si aguanta la cuarta
no me verán aflojando
y yo he de seguir tirando
hasta que un rayo me parta.

Me gustan estancias grandes
con haciendas y potradas,
donde haya gaucha peonada
y más gaucho sea el que mande,
que sea un hombre que ande
en los trabajos de hacienda,
que de las domas entienda
y sea duro en el trabajo
y del que está más abajo
las privaciones comprenda.

Siempre preferí, señor,
el trabajo de a caballo,
porque en verdá no me hallo
cuando manejo el trator.
Pero entienda, por favor,
que sirvo en lo que proponga,
yo bailo cualquier milonga,
y si no la sé, la aprendo;
si me enseñan, no me ofendo
y cumplo lo que disponga.

Supe andar de domador,
fui puestero, tratorista,
casi no hay nada que esista
que no haya hecho este señor.
A veces soy cosedor,
aunque es trabajo pesao,
y mucho más me ha gustao
sentirme sobre un apero.
¡Entonces soy hombre entero
porque gaucho Dios me ha criao!

Si una tropilla me dan
la cuidaré con esmero,
lleno de gusto campero
la mantendré con afán.
Y nunca me los verán
sin desvasar o crinudos,
porque aunque soy hombre rudo
sé cuidar los animales
y me gustan los baguales
como osamenta al peludo.

Tengo un recado liviano
pa’ no matarles el lomo,
y pa’ usarlos con aplomo
prefiero el basto entrerriano.
No verán a este paisano
garrotear a lo chancleta,
yo soy hombre que respeta
al pingo y, por esperiencia,
sé muy bien que la paciencia
enamora a los sotretas.

Pueden darme un redomón
que no lo he de sancochar,
porque lo sé manejar
a señas con atención;
y si hay aquí un mancarrón
que quieran quitarle mañas,
cuando me ponga en campaña
ya se le irán las chacotas,
que yo sé calzar las botas
y ningún bagual me estraña.

Paisanos, les agradezco,
estuvo bueno el asao;
perdón si mucho he charlao,
es que de ausencias padezco.
Yo sé que nada merezco
pero pido una gauchada:
quisiera a mi caballada
no tenerla a puna y cardo,
a ver si me dan un fardo
pues la gramilla está helada.

Eso tan solo deseo,
yo dormiré en la estensión,
y ya mañana al patrón
lo voy a hablar si lo veo.
Como me gusta el aseo
también espero lavarme,
pero áura voy a acostarme
si no les causa reproche
y les doy las buenas noches
para poder retirarme.
                  (Ca. 1972 o antes)

Versos de Luis Reigada

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