Rodeao de un cardal espeso
con la altivez de un cacique
un corral de palo a pique
está enfrentando al progreso.
La luna siempre algún beso
le deja, muy cordialmente,
y él, con guapeza creciente
va desafiando al destino
como un soldao argentino
quen está gritando “presente”.
Aunque hoy está solitario
su gloria salta a la vista,
porque el gauchaje fue artista
en tan campero escenario.
Sobre el chiripá ordinario
vio las rastras de botones,
y en cantidad de ocasiones
vio entre gauchos superiores
patrones muy pialadores
de igual a igual con los peones.
Para él no fueron ajenos
el torido de los perros,
los relinchos, los cencerros,
ni la coscoja en los frenos.
Supo de pingos muy buenos
y lazos que se cortaron;
de toros que lo pecharon
como adversarios temidos,
ya que’n sus palos torcidos
muchas guampas se chairaron.
Por más que allí el domador
de su arte dejara un sello
parece que a todo aquello
se le ha quitado el valor.
Y aunque tenga a su favor
todo un pasado florido,
allí entre un cardal, perdido
como una reliquia pampa,
se va cubriendo su estampa
con nubarrones de olvido.
Versos de Pedro Risso
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