Cada vez que está lloviendo
y un olor a humo, siento,
rescato en el pensamiento
el tiempo, que se va yendo.
De a poco, se fue perdiendo
lo que no vuelve jamás
las cosas, del tiempo atrás
que me dejaron su seña:
la vieja cocina a leña,
que ya no funciona más…
Un tesoro que tuviera
y que se lució lustrosa,
hoy su siluetas herrumbrosa
se deja morir afuera.
Y aquel horno, que le diera
tanto servicio a su dueño
aquel, que con tanto empeño
brindó calor al abuelo.
Hoy con la tapa en el suelo
bosteza el último sueño…
Los churrascos de capón,
que’n su plancha se doraron
sus recuerdos enredaron
en las sombras del rincón.
Nunca faltaba el cajón
lleno de astillas, también,
y lo que recuerdo bien
que pa’ prender la fogata:
los marlos, en una lata
se empapaba’en kerosén…
Es casi historia pasada,
aunque aún se ven bastantes
se podía, en tiempos de antes
secar la ropa mojada.
Al horno, la carne asada
o tortas, pa’ hincarle el diente
también se me hace presente
el tacho que’n una orilla
-abriéndole la canilla-
salía el agua caliente.
Corderos, lechones, pollos
por el horno, desfilaron
en cuya tapa grabaron
la marca de “Tres Arroyos”.
Hoy que despliego los rollos
del lazo, te tiro un pial
y si le pongo el bozal,
al tiempo aquel en que andabas,
tal vez, al calor que dabas
yo lo encuentre en otra igual.
Versos de Pacho Esperón
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