Ya
no suenan las bordonas
de
mi guitarra como antes,
ya
no cantan arrogantes
se
me han vuelto rezongonas.
Perezosas
y sobonas
no
obedecen a mi mando
y
al querer, de vez en cuando,
hacerlas
sonar altivas,
vibran
tristes, emotivas,
como
almas que están penando.
De
mi rancho los horcones
de
aburridos se han ladeao
y
al techo lo han deslomao
pechando, los ventarrones.
Del
tiempo los zamarreones
lo
han rajao en las esquinas
y
al cerco de sina-sina
con
que rodeaba la casa,
cualquiera
bicho lo pasa
porque
ya no tiene espinas.
Todo
el campo se ha rendido
al
rigor del abrojal,
y
al criollo vizcacheral
en
harnero han convertido.
La
hacienda, claro, se ha ido
huyendo
de esos rigores,
ya
los pájaros cantores
no
se arriman a los talas
y
aura nacen luces malas
donde
antes nacieran flores.
Lo
que era campo florido
y
trebolar perfumao,
lo
que era lindo recao
del
paisano presumido,
el
rancho que era mi nido
donde
viví mis amores,
toda
ha cáido a los rigores
del
tiempo que, ¡tajo a tajo!,
me
va arriando cuesta abajo
para
amargar mis dolores.
Versos
de Carlos
Montbrún Ocampo
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