Yo
también tuve un güen flete,
vivaracho,
escarceador.
Lindazo
como una flor
y
ligero… ¡la gran siete!
Hasta
el más pintao jinete
pa’
montarlo ha desconfiao,
si
era de verlo, cuñao,
hasta
cosa de no crér
lo
veloz que pa’ correr
era
el lindo “colorao”.
Era
sencillo el apero
conque
mi pingo ensillaba,
pues
nada lo engalanaba
como
el brillo de su cuero.
¡Ah,
si pudiera, aparcero,
verlo
de nuevo a mi lao…!
Le
juro que m’empeñao
pa’
olvidarme de él… ¡ahijuna!
…si
era toda una fortuna
mi
lindazo “colorao”.
Recuerdo
que era un domingo
que
a una carrera llegué
lugar
ande m’encontré
a
un chacarero algo gringo
a
quien gané con mi pingo
un
desafío montao,
y
allí con un ‘reservao’
vino
a pedirme revancha
y
en las faldas de esa cancha
le
ganó mi “colorao”.
En
tuitas partes que juí
con
mi “colorao” machazo
no
sé mentirle, amigazo,
pues
siempre halagao me vi.
Aunque
también comprendí
que
pa’ ser tan afamao
es
que había dimostrao
ser
un jinete sin trampa
sobre la soberbia estampa
de mi lindo “colorao”.
Sin entrevero ni engaño
e impulsao por un empeño
sabrá cómo me hice dueño
d’ese flete tan extraño,
el día de mi ‘cumpleaño’
en regalo lo he ganao.
Mi Tata (que hoy es finao)
aún recuerdo que me dijo:
“-Voy a regalarte m’hijo
un güenazo colorao”.
Y aquel flete escarceador
dueño de tantas victorias
envuelto en sus propias glorias
cayó… pero vencedor.
‘Inorando’ que un traidor
me lo había envenenao
un día que jui invitao
pa’ una carrera de agaya
triunfó, y, en la propia raya
cayó muerto “el colorao”.
Versos de Javier De Rúa
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