Anunciador de alboradas,
visitas y cerrazones,
su origen de
cimarrones
la grita a las
pamperadas.
Con las
espuelas “trabadas”
luce su
estampa machaza
y si alguna bataraza
cede a su intento
amoroso,
saca pecho, y canta
airoso
como el gaucho de mi
raza!
Muestra la cresta
cortada
por picotones en
duelo,
y le cae, como un pañuelo
la golilla colorada.
Siempre alerta a la
mirada
vigila atento el
plantel,
no sea que alguna
infiel
le acepte a un pollo
un floreo,
y olvide que en su
rodeo
no aparta nadie más
que él.
Su relumbroso pelaje
parece un poncho
barcino,
que levantó en el
camino
por precauciones del
viaje.
Nunca mezquina coraje
ni se acoquina ante
nada,
y al soltar la
clarinada
cuando echa el cuerpo
hacia atrás,
se parece a un capataz
ordenando a la
peonada!
Sabio en cuestiones de
amor
sin preferencia en el
pelo,
no causa envidias ni
celo
y es con todas
cumplidor.
Cuando alguna polla
flor
viene mimosa, a su lado,
como criollo enamorado
que de su astucia hace
gala,
le tiende el fleco del
ala
y ensaya un “escobillado”.
Y así, feliz y
orgulloso
pasa cantando las
horas,
entre tantas ponedoras
que lo adoran como “esposo”.
Yo pienso, al verlo
dichoso
que ojalá al hombre
también,
la misma ciencia le
den
para que al fin con
fortuna,
pueda arreglarse con
una
como mi gallo con
cien!
Versos de Pedro
Boloqui
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