Siguen llegando
jinetes,
allá retumba el
rebenque;
es domingo y el
palenque
está repleto de
fletes.
En la esquina “Los
Tres Sietes”
hay carreras ese
día.
Un paisano desafía,
le aceptan y muy
confiado
dinero, manta y
recado
a su “moro” le
confía.
Van dos jinetes de
menta
en dos pingos de
esperanza
y suben a la
balanza
para redondear
sesenta.
Allí la suerte
no cuenta,
tan solo la furia
impera,
van a soltar a
bandera
y, según lo
establecido,
corren todo lo
carpido
que son,
trescientos de afuera.
¡Largaron…! Un
griterío
ensordecedor se
escucha,
es titánica la
lucha
que hace honor al
desafío.
Un paisano grita:
“Al mío
voy doble contra
sencillo”,
por allá brilla un
cuchillo,
queda una cara
marcada
y el Juez, falla en
la llegada:
“Señores: ganó el
rosillo”.
Al del barbijo lo
curan,
alguien le vendó la
cara,
el que lo marco
dispara
-tiene deudas que
lo apuran-,
los comentarios no
duran,
la emoción le pone
un velo.
De nuevo retumba el
suelo,
la fiesta campera
canta
y el que se jugó la
manta
en su “moro” sale
en pelo.
Versos de José
Alaiz
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