Quiera Dios que el poncho viejo
no me afloje en esta vuelta,
que el aguacero se suelta
y amaga con ser parejo.
Yo no sé de qué me quejo
si en esto ya estoy curtido,
tantas veces ha llovido
y otras tantas ha parao,
qué importa que se haya armao
pa' darle largo y tendido.
Un refucilo convida
y un trueno acepta el envite,
como buscando el desquite
de tanta mala partida.
Es una lluvia tupida
la que se viene arrimando.
Cuando me estoy emponchando,
renegando con el viento,
me alcanza y en un momento
deja la huella blanqueando.
Con ganas de darle el anca
la hacienda se arremolina
y, en un costao, la madrina
se ha parao con su potranca.
Baqueana, la yegua blanca
presiente que habrá trabajo
y al silenciar el badajo
del "Ciervo Doce" partido,
se oye el último tayido
que se pierde viento abajo.
Pero de nuevo puntea
cuando un chiflado le arrimo.
Ya está pesao el camino
y la hacienda mañerea.
Yo quiero, aunque más no sea,
llegar hasta algún cardal
donde pueda, mal que mal,
aguantar hasta que pase
porque la cosa se me hace
que ha de ir pa' temporal.
Tal vez un cardo castilla
me alcance pa' hacer reparo
y no ha de faltar un claro
donde rodear la tropilla.
En esta vida sencilla
muchas veces he pasao
hecho sopa, engarrotao,
toda la noche rondando
y, a ocasiones, renegando
del destino que me han dao.
Pero en las frescas mañanas
cuando ha aclarao y no hay viento
se despeja el pensamiento
de reniegos y macanas.
Juro que me dentran ganas
de gritarle al campo entero
echao pa' atrás el sombrero
como toriando al camino,
¡aquí pasa un argentino
y, pa' más gloria, resero!
Versos de Juan Antonio Beherán
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