Con la madrina de tiro
y un chúcaro acollarao,
dentré orillando el Salao
pa’ cruzarlo de un suspiro.
Como que soy hombre que almiro
la condición del bagual,
dejé suelto al animal
que junto con la tropilla,
jué ganando la otra orilla
pa’ salir entre un uncal.
Largué al suelo la osamenta
ni bien gané la salida
y una garugua tupida
l’entró a pegar por su cuenta,
se despachó la tormenta
y blanquiaba el campo entero
mientras uno que otro tero
me toriaba la tropilla,
que’ntre unos cardos castillas
daba el anca al aguacero.
Yo en ocasiones pitaba
o chiflaba algún estilo
y después de un rejucilo
se me hacía que paraba.
Pero… otra güelta tronaba
y le seguía pegando,
siempre en mi china pensando
un redepente alcé el güelo,
eché una mirada al cielo
monté y seguí galopiando.
Me tiene agarrao del pico
esa china abusadora,
que’s pa’l amor matadora
como montura’e milico;
m’echó mordaza al hocico
la loca pa’ sujetarme
y ahura no puedo apotrarme
ni pegar la güelta ajuera
y voy por ella ande quiera
sin que me importe mojarme.
Versos de Omar J. Menvielle
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