OCASO
Con flecos grises de
yuvia
se había emponchao la
tarde
y el viento creció
angustiando
ramas desnudas de
sauce
el frío, oviyaba perros
ayí donde iban a
echarse
y cuando las horas
lerdas
mañeriaban pa’
marcharse
pa’echar por delante
el tiempo
solía ensiyar su mate.
Los años manea redonda
que nadie puede
sacarse
al acortarle su tranco
le achicaron el
paisaje
y él, que montao en
sus moros
no envidió el vuelo’e
las aves
ni preguntaba ¿pa’
donde?
cuando le salían
viajes
se le hacen leguas los
metros
que hay desde’l fogón
al catre.
Curiosidá de gramiya
borra el patio al
atracarse
y se confunde el alero
con los verdes
cicutales
del potrero sin tropiya
se adueñaron los
cardales
y el silencio de un
cencerro
que escucha por todas partes
le va amadrinando
penas
que’n su alma van a
rodiarse.
Desde la puerta del
rancho
mirando pasar la caye
de tanto buscar
distancias
sus ojos solían
nublarse
y se iban con una
tropa
por mil rumbos y
parajes
parajes que yevó el
tiempo
pero como él no sabe
desensiya y hace noche
rondando sueños
baguales.
Y así se marchó su
vida
lo mismo que aqueya
tarde
con su tropiya’e
recuerdos
reseriando soledades
su nombre por los
fogones
siempre se toma algún
mate
o entra en las
pulperías
y se acoda entre’l
gauchaje
pues no murió aquel
resero
solo se fue en otro
viaje.
Versos de Ricardo “Tito” Urnissa
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