Hace unos meses escasos
m’enteré que un tal Ramallo
vendía en el pueblo un caballo
y lo fui a ver por si acaso.
Resultó ser un picazo
de pelo zaino-bragao
que su dueño acobardao
lo vendía por las razones
que en dos o tres ocasiones
con él se había disparao.
El hombre poco campero
más bien tirando a chambón
lo había comprao redomón
a la viuda de un puestero
y aunque trató con esmero
sacar una buena prenda
nunca pudo hallar la senda
y ande entraba a abalanzarse
era capaz de bolearse
con el peso de las riendas.
También era de cuidao
si lo montaba de apuro
pues salía de lomo duro
mirándose los costaos
bufarrón y desconfiao
espiaba con gesto altivo
o con un brinco a lo chivo
era capaz sin ver como
de abarajarlo en el lomo
ni bien pisaba el estribo.
Sincero como se ve
el hombre me dio esos datos
de igual modo al ser barato
el pingo le negocié
pa’ las casas lo llevé
ansioso como un muchacho
aceptando sin empacho
que si por esa ventura
nunca le hallaba la cura
lo hacía moneda en el tacho.
Lo dejé esa noche atao
y al otro, día bien temprano
l’eché la pampa a la manos
y al lomo todo el recao
lo monté con gran cuidao
de arriba lo desmanié
y al tranquito lo saqué
hasta pasar la bebida
y al campo abierto enseguida
a galopear lo invité.
Ni bien pisó la gramilla
quiso tomas las alturas
pero de ande yerba pura
cuando en la bolsa hay semilla
¡es un criollo el que t’ensilla!
le recordé por mi cuenta
y como manda el que muenta
con apenas dos tirones
lo hice arar con los garrones
cuando l’eché los noventa.
Dos tacazo a cada lao
le acomodé de propina
y un chirlo por la pretina
al notarlo abatatao
otro tirón bien pegao
le di pa’ su desconsuelo
y sin dejarlo alzar vuelo
lo hice marchar largo trecho
con la pera contra el pecho
que ni pisaba en el suelo.
Después de algunas volcadas
buscando probarlo a fondo
lo metí al corral redondo
con toda la novillada
cuando intentó unas moneadas
l’entré a’prietar las clavijas
y al ratito era una fija
metido entre los terneros
como cuzco ratonero
siguiendo una sabandija.
La cuestión que de ese día
ando demás bien montao
sin que le encuentre al
bragao
ni una falla todavía
y si esto sirve de guía
o alguna enseñanza deja
vayan parando la oreja
que aquí me juego en el fallo
¡¡es bueno cualquier caballo!!
cuando el criollo lo maneja.
Versos de Carlos Loray
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