Este jergón que
tengo
lo hizo mi mama
con un vellón y
medio
de blanca lana.
Sentadita en el
patio
muy de mañana
lo fue hilando
despacio
con rueca y huso
y al tisar bien la
lana
¡cuánto amor puso!
Sostenía madejas
para ovillarlas,
con bracitos de
mimbre,
una muchacha,
mientras que sus
ojitos negros,
inquietos
acariciaban,
un par de mariposas
que allí volaban
sugiriendo colores
al cubrecama.
Con varios
vegetales
después de
hervirlos
preparó las
tinturas,
tiñó los hilos.
Y en el telar que
estaba
bajo un durazno
ya florecido,
fue atando la trama
inventando un gran
ramo
para bordarla.
Con sus manos
gastadas
de color cobre,
de trabajar al
viento,
de juntar soles,
fue poniendo la
urdimbre
que le faltaba
y con ovillo y
pala,
pala y ovillo,
le dibujó las
letras
del nombre mío.
Versos de Carlos Hermán
Fernández
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