lindo de
ancas y de lomo
“Es el último que domo
-me decía
el paisano Cacho-,
empecé desde muchacho
con bocas para ablandar.
Mi oficio ha sido domar
y mi saber se acrecienta,
pero ayer cumplí cincuenta,
es hora de abandonar.
Treinta y seis años andando
arriba de los baguales
no son dolores casuales
los que me están molestando.
Por forzarme tironeando
suelo dormirme sufriendo.
El tiempo pasó corriendo
y como es ruda mi ciencia
lo que gané en experiencia
en fuerzas lo fui perdiendo”.
Tenía razón
el paisano
conocedor
de la pampa.
Lo reflejaba
su estampa
de domador
veterano.
Más de uno
confió en su mano
pa’ que le
amanse un bagual
en su
trabajo rural
aunque pasó
algún apuro,
ni por malo,
ni por duro
¡jamás!
largó un animal.
También decía
al conversar
de las
cosas de la vida:
“La vejez es una herida
que nadie puede curar…
la doma voy a dejar
¡si cuesta creerlo, canejo!,
ayer, un pingo azulejo
entró a tirar sacudones
y al apretar los garrones
me convencí que estoy viejo”.
Versos de Juan
José Somohano
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