pelechao
con luna y brasa,
y bien
criao sobre los lomos
de los
fletes de la pampa.
Un poco
guaso, tal ves,
y
enduresido en la escarcha
del
despresio que entumese,
pero puro
como el agua
de la
lluvia bienhechora
que le da
verde a las plantas.
No sé, si
usté me habrá visto
florearme
en una payada
o domar a
un potro chúcaro
con la lus
de una esperansa.
No sé, si
usté, por rasones
sentimentales
de rasa,
me vio
pasar en tropilla
confundido
con mi lansa,
rastreando
campo en silensio
y
trasnochao en la mala,
desmelenao
y sin pilchas
o rotoso,
en las patriadas.
No sé,
señora, si ha visto
en lo más
hondo de su alma,
emosiones
de querensia
en toda la
aurora gaucha
que se hiso
ovillo en el pecho
pa’ no ser
desilachada
cuando
demarcó horisontes
con un
flete y su guitarra.
Tal ves,
usté, no ha oservao,
porque las
cosas estrañas
le hacen
olvidar el claro
color de
nuestra alborada
que pasó
como una sombra
en
flechasos de aire pampa
con los
colores del sielo
en mis
horas de añoransa.
Güelva los
ojos, señora,
que ya
tengo vincha y alas
y un lusero
brillador
de mi
tobiano en las ancas,
pa’ dirme
donde usté guste
en las
güenas o en las malas
como
chispaso de sol
bordao en
la asul y blanca.
Güelva los
ojos, señora,
que los dos
haremos patria.
Pa’ nutrirnos
de coraje
y de
emosiones yenarla;
a ella que
es la donosa
dueña de
todas mis ansias.
Versos de José
Juan Bianchi
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