noviembre
parece invierno,
resulta
aquello un infierno
como no se
vio otro igual;
enloquecido
un bagual
dispara
rumbo a la estancia,
cae el agua
en abundancia
lavando la
espiga rubia
y el viento
tira la lluvia
veinte
metros de distancia.
Un arroyito
crecido
va cargado
de reptiles,
el agua cae
a barriles
sobre un
suelo endurecido;
aquel cielo
enloquecido
que no
conoce adversario
desata su
abecedario
desafiando
al mismo Dios
y un rayo
lo parte en dos
al ombú ya
centenario.
Aquel
temporal terrible
se ha
salido de la vaina
y como el
viento no amaina
avanzar se
hace imposible;
aquello
resulta horrible,
llueve y
llueve sin cesar,
se ve en el
bajo flotar
los gajos
del viejo sauce
y el agua
busca su cauce
para seguir
rumbo al mar.
Mi encerado
veterano
no permite
que me moje,
sin que la
tormenta afloje
se hace de
noche temprano;
es una
laguna el llano,
ya no se ve
media vara
y al ver que
la lluvia para
monto y
sigo campo afuera
y en una
pobre tapera
hago noche
hasta que aclara.
Amanece,
prendo fuego,
caliento el
agua y mateo,
sin apuro
churrasqueo
y un beso
al porrón le pego;
después con
un “hasta luego”
dejo la
vieja tapera,
ningún
problema me espera,
¡vamos!, me
grita el camino…
Y como soy
argentino
vengo y voy, por donde quiera.Versos de José Alaiz
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