miércoles, 12 de marzo de 2014

DE PURA CEPA

            (relato)
1
Fue pa’ fines de febrero
que entre ginebra y amargo
pa’ un viaje bastante largo
me arreglé con un resero;
la tropilla de un campero
siempre se halla en condición
y después de un madrugón
y de un beso que aún aspiro,
con la madrina de tiro
me perdí en el callejón.
2
Seis meses duró mi ausencia
pero añorando el paraje
una mañana armé viaje
con rumbo pa’ mi querencia.
¡Cómo pica la impaciencia!
en el regreso esperao,
si hasta los pingos, cuñao,
tras macucos galopones,
después de dos revolcones
ya pedían el recao.
3
Y así volví, ¿y para qué…,
pa’ encontrar de mi morada
la tapera abandonada
que aquella tarde encontré…?;
de rabia casi lloré
abrazao a mi alazán.
Si la china de mi afán
también me jugó una broma
y en su destino’e paloma
voló tras su gavilán.
4
Me dolió tanta ruindad
y al verme tan castigao
al tranco de mi montao
me perdí en la inmensidad;
me abracé a la soledad
de aquella verde extensión.
Salía de un cañadón
para ganar el sendero,
cuando un cus-cus agorero
me acongojó el corazón.
5
¡Cruz diablo!, bicho dañino,
le grité en un santiguao
y pensé, va de costao
la taba de mi destino;
si la mala es mi camino
la he de topar, no se asombre,
no es de criollo dar un nombre
ni maldecir el ayer,
ni llorar como mujer
sus desventuras de hombre
6
Más de un día galopié
sin saber pa’nde rumbiaba,
sin saber si me escapaba
y si escapaba ¿por qué?
Medio me desorienté
en esas cavilaciones,
ya colgaba sus crespones
la noche en el horizonte
cuando al salir tras de un monte
divisé unas poblaciones.
7
 Y allá me fui, pues quería
tratar de echar un bocao
y el paraje divisao
era de una pulpería;
desmonté y con alegría
a los dos pingos manié,
las espuelas me saqué
y como lo hace un paisano,
con el chambergo en la mano
en el boliche dentré.
8
Con un ¡Muy güenas, patrón!,
me acodé en el enrejao,
-¿Qué se le ofrece, cuñao?
-Galleta, fiambre y carlón.
Me entró a llamar la atención
de tres que se me apartaron,
entre ellos se conversaron
y después de un cuchicheo
sin hacer ningún rodeo
dos ojos me provocaron.
9
La previsión de un alerta
es muy buena consejera
y al querer buscar pa’juera
ya me habían ganao la puerta;
en uno de ellos vi cierta
la provocación bien clara,
lo dejé que me mirara
sin querer hacerle caso
y el que me cerraba el paso
me provocó cara a cara.
10
Me le acerqué como al tranco
diciéndole que asujete,
cuando le puse un moquete
que lo tumbó contra un banco:
-¡No han meneao a ningún manco
ni a ningún sordo han hablao,
ni permito que un zafao
me provoque y me denigre!,
cuando se vino hecho un tigre
el hombre que había volteao.
11
La pucha, viera el furor
conque me grito: -¡Por mama,
y mesmo te haré la cama
ya que sos madrugador!;
y allí peló un alfajor
más puntudo que un colmillo
y me refregó aquel pillo
la punta por el ombligo,
como diciéndome, ¡Amigo,
otra cosa es con cuchillo!
12
Yo me hacía el asustao
sin querer desenvainar
cuando me dentró a apurar
del uno y del otro lao,
quizá de engolosinao
no previó ninguna trampa
y les digo que aquel pampa
pa’l cuchillo no era enclenque,
cuando le bajé el rebenque
en el medio de la guampa.
13
Arranqué pa’ difuntearlo
por guarango y atrevido
mas cuando lo vi caído
se me dio por perdonarlo;
alguien supo manotiarlo
pues lo iba a dejar reyuno
y allí les grité oportuno
a los otros que quedaron:
-Tres fueron los que coparon
y aquí perdió solo uno.
14
Ninguno buscó querella
ni dijo, esta boca es mía
y de aquella pulpería
me fui al tranco por la huella;
y es desde la noche aquella
que soy matrero y bandido
y me escondo perseguido
en algún monte o bañao,
como perro cascoteao
que lo asusta cualquier ruido.
15
No tengo rancho, ni quincho
y soy, oculto en la bruma,
en los pajonales, puma,
y por los riachos, carpincho.
Tierra gaucha, hoy me cincho
con el correón del ultraje,
mas defiendo a lo salvaje
con dignidad campesina
la tradición argentina
a impulsos de mi coraje.


Versos de Víctor Nicolás Di Santo

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