(relato)
1
Fue pa’ fines de
febrero
que entre ginebra y
amargo
pa’ un viaje bastante
largo
me arreglé con un
resero;
la tropilla de un
campero
siempre se halla en
condición
y después de un
madrugón
y de un beso que aún
aspiro,
con la madrina de tiro
me perdí en el callejón.
2
Seis meses duró mi
ausencia
pero añorando el
paraje
una mañana armé viaje
con rumbo pa’ mi
querencia.
¡Cómo pica la
impaciencia!
en el regreso esperao,
si hasta los pingos,
cuñao,
tras macucos
galopones,
después de dos
revolcones
ya pedían el recao.
3
Y así volví, ¿y para
qué…,
pa’ encontrar de mi
morada
la tapera abandonada
que aquella tarde
encontré…?;
de rabia casi lloré
abrazao a mi alazán.
Si la china de mi afán
también me jugó una
broma
y en su destino’e
paloma
voló tras su gavilán.
4
Me dolió tanta ruindad
y al verme tan
castigao
al tranco de mi montao
me perdí en la
inmensidad;
me abracé a la soledad
de aquella verde
extensión.
Salía de un cañadón
para ganar el sendero,
cuando un cus-cus
agorero
me acongojó el
corazón.
5
¡Cruz diablo!, bicho
dañino,
le grité en un
santiguao
y pensé, va de costao
la taba de mi destino;
si la mala es mi
camino
la he de topar, no se
asombre,
no es de criollo dar
un nombre
ni maldecir el ayer,
ni llorar como mujer
sus desventuras de
hombre
6
Más de un día galopié
sin saber pa’nde
rumbiaba,
sin saber si me
escapaba
y si escapaba ¿por
qué?
Medio me desorienté
en esas cavilaciones,
ya colgaba sus
crespones
la noche en el
horizonte
cuando al salir tras de
un monte
divisé unas
poblaciones.
7
Y allá me fui, pues quería
tratar de echar un
bocao
y el paraje divisao
era de una pulpería;
desmonté y con alegría
a los dos pingos
manié,
las espuelas me saqué
y como lo hace un
paisano,
con el chambergo en la
mano
en el boliche dentré.
8
Con un ¡Muy güenas,
patrón!,
me acodé en el enrejao,
-¿Qué se le ofrece,
cuñao?
-Galleta, fiambre y
carlón.
Me entró a llamar la
atención
de tres que se me
apartaron,
entre ellos se
conversaron
y después de un
cuchicheo
sin hacer ningún rodeo
dos ojos me
provocaron.
9
La previsión de un
alerta
es muy buena consejera
y al querer buscar pa’juera
ya me habían ganao la
puerta;
en uno de ellos vi
cierta
la provocación bien
clara,
lo dejé que me mirara
sin querer hacerle
caso
y el que me cerraba el
paso
me provocó cara a
cara.
10
Me le acerqué como al
tranco
diciéndole que asujete,
cuando le puse un
moquete
que lo tumbó contra un
banco:
-¡No han meneao a
ningún manco
ni a ningún sordo han
hablao,
ni permito que un
zafao
me provoque y me
denigre!,
cuando se vino hecho
un tigre
el hombre que había
volteao.
11
La pucha, viera el
furor
conque me grito: -¡Por
mama,
y mesmo te haré la
cama
ya que sos
madrugador!;
y allí peló un alfajor
más puntudo que un
colmillo
y me refregó aquel
pillo
la punta por el
ombligo,
como diciéndome,
¡Amigo,
otra cosa es con
cuchillo!
12
Yo me hacía el asustao
sin querer desenvainar
sin querer desenvainar
cuando me dentró a apurar
del uno y del otro
lao,
quizá de engolosinao
no previó ninguna
trampa
y les digo que aquel
pampa
pa’l cuchillo no era
enclenque,
cuando le bajé el
rebenque
en el medio de la
guampa.
13
Arranqué pa’
difuntearlo
por guarango y
atrevido
mas cuando lo vi caído
se me dio por
perdonarlo;
alguien supo
manotiarlo
pues lo iba a dejar
reyuno
y allí les grité
oportuno
a los otros que
quedaron:
-Tres fueron los que
coparon
y aquí perdió solo
uno.
14
Ninguno buscó querella
ni dijo, esta boca es
mía
y de aquella pulpería
me fui al tranco por
la huella;
y es desde la noche
aquella
que soy matrero y
bandido
y me escondo
perseguido
en algún monte o
bañao,
como perro cascoteao
que lo asusta
cualquier ruido.
15
No tengo rancho, ni
quincho
y soy, oculto en la
bruma,
en los pajonales, puma,
y por los riachos,
carpincho.
Tierra gaucha, hoy me
cincho
con el correón del
ultraje,
mas defiendo a lo
salvaje
con dignidad campesina
la tradición argentina
a impulsos de mi
coraje.
Versos de Víctor
Nicolás Di Santo
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